En las pasadas entradas hemos
venido tratando el concepto de recepción inteligente de mercancías y cómo
gestionarla, cada uno, según la percibe. En el presente post unimos nuestros
esfuerzos en un para tratar conjuntamente una cuestión logística para nosotros:
la logística ascendente y sus inconvenientes.
Víctor G. Pulido y Saúl Fdez. Suárez. Girona, puente de la Constitución de 2012.
Quedan muy bonitos el día de la
inauguración de la gran tienda o gran almacén. Los directivos los muestran resplandecientes a las
autoridades locales, a los medios congregados y a los proveedores invitados. Al
igual que de otros equipamientos tecnológicos, versan los jefes elocuentemente
sobre su tecnología, sobre sus niveles de utilidad y seguridad y sobre los grandes costes
y esfuerzos que ahorraran a los procesos y a los trabajadores. El personal,
pulcramente engalanado para la ocasión con los uniformes corporativos, les
dirigen una mirada amable de orgullo mientras los exhiben. Pero nadie tardará
en darse cuenta días más tarde que un conjunto de montacargas diseñados para
poder desplazar la mercancía de una planta a otra por niveles de altura, lo que
ahora llaman logística por ascensión,
no es más un cúmulo de inconvenientes que de ventajas para los desarrollos
internos.
Nos dimos cuenta de ello una vez
puestos en marcha los test de circulación
de mercaderías para los hipermercados de “E.Leclerc” en las localidades de
Trujillo y Almendralejo. Pues bien, pudimos comprobar que a cada descarga de
mercancías, una vez chequeadas tras su ingreso, los palés se amontonaban frente
a las plataformas elevadoras a la espera de poder acceder a la planta
comercial. Así, las retenciones se volvían intensas en el tiempo porque la carga en stand-by se solapaba en el espacio con
el tráfico de las actividades de reposición propias de la sala de ventas o de
la logística inversa. Así los auxiliares de almacén y reposición se entorpecían
unos a otros durante la espera y las maniobras se alargaban más allá del límite
de su horario, el de apertura al público. Y así en algunas ocasiones discutían entre
ellos. Y en tanto en cuanto pasó aquello se tomó conciencia por parte de los
empleados de que los montacargas eran un recurso escaso por el que convenía
competir por secciones más que colaborar como tienda. Dejarse las compuertas
abiertas de estos elevadores accidentalmente por la desorganización a que daban
lugar o premeditadamente por la ventaja que proporcionaba bloquear su uso se
volvió una práctica habitual; y qué decir cuando uno o varios de ellos se
averiaban: el caos y los conflictos se multiplicaban repercutiendo en el
correcto funcionamiento de la tienda. De
este modo llegamos a la conclusión de que los ascensores para mercancías y la logística por ascensión constituían una
auténtica barrera social y arquitectónica.
No obstante los directivos de la
enseña gala ya decidieron recuperar para su nuevo diseño de plantas para sus
proyectadas tiendas en Extremadura el antiguo concepto arquitectónico-funcional
de “bodega”. En este concepto, inevitablemente asociado con el de logística ascendente, viene a entenderse
que la tienda descansa sobre el propio almacén. El almacén y el área de
recepción de mercancías es lo que viene a ser el sótano, la bodega, segmentada
este área del núcleo de operaciones, esto es, la sala de ventas. La sala por
tanto recibe los productos de reposición por ascensión mecánica desde la bodega.
Pero no viene a ser lo adecuado para una logística eficiente. Salvar una planta no es lo mismo que salvar
una distancia relativa a su altura en superficie. De ello también nos
pudimos percatar en nuestra visita a Eroski-Elorrio.
No somos partidarios de las
tiendas o almacenes multinivel, ni de las plataformas de carga elevadoras. Sobre todo si estas apenas pueden acoger dos palés. Los
montacargas son un engorro, un freno a la logística
indoor. No son una herramienta mecanotecnológica, suponen sino una
disfunción en la circulación de productos hacia el lineal y desvertebran la
dinámica de la tienda. Es por eso que la evolución de las grandes tiendas en
Francia evolucionó desde los grandes almacenes hacia las grandes superficies,
puesto que no responde a su naturaleza
que lo que tiende a ser desplazado de modo horizontal tenga que hacerse
verticalmente. Por contra tampoco parece responder a ningún patrón de
optimización logística. Lo saben perfectamente los técnicos de logística indoor de uno de los más
complejos almacenes del mundo: sorprendentemente, cualquiera de los portaviones de la Clase Nimitz de la Marina
norteamericana. En el USS George
Washington el más mínimo desplazamiento de una carga convive con toda una
serie de factores en su contra, principalmente el de la circulación rodada sobre
superficie. La mayor parte del espacio interior de estos inmensos voluminosos buques de guerra está
destinado a los aviones de combate, los talleres-hangares y sus salas de repuestos; los
misiles de crucero, la seguridad indoor, la
ingeniería de propulsión y timón y el generador nuclear. No queda espacio, no lo hay, para
la circulación de operaciones de logística de aprovisionamiento y la reposición ascendente se impone como un
sacrificio castrense más para un navío de guerra con seis mil tripulantes a
bordo (es un auténtico espectáculo verlos desembarcar en Tarragona camino de "Port Aventura"). En palabras de sus
especialistas, “la intralogística
ascendente de un Nimitz es un contrasentido de la logística: es una contralogística;
empleamos ascendente porque no nos queda otra, pero no es eficiente”. Esto es igual de válido
para cualquier otro formato de contendores que no sea un portaviones en tanto
en cuanto las leyes de la logística son universales como ciencia propia. Evitar
plantas superpuestas de albergación de aprovisionamiento para las cosas es uno de sus principales
fundamentos.
A bordo de un Nimitz, el "USS Ronald Reagan" (CNV-76). La
logística de carga y reposición es ardua y los almacenes pequeños.
Cualquier hueco es bueno y la mercancía convive
con la logística ascendente de los hangares.
A pesar de ello, por supuesto que
en muchos centros logísticos o grandes tiendas existe una planta superior o
pisos suplementarios donde se concentran las llamadas “zonas nobles” (despachos,
salas de reuniones, guardería, control de tráfico y videoseguridad, comedores y
vestuarios) y “la tienda” propiamente dicha (picktower area para
el e-commerce). Es el caso concreto de uno de los centros
logísticos de “Amazon” en Alemania, el FRA3 de Bad Hersfeld, donde el staff quedó
completamente desligado de su área logística desde sus primeros bocetos. De tal
modo que el inmenso FRA3 fue diseñado bajo el concienzudo supuesto de planta
única operacional para facilitar la circulación de las mercancías
recibidas, promover el desplazamiento eficiente y evitar la logística
ascendente. De hecho la existencia de unos pocos montacargas se antoja más
bien anecdótica y no solían emplearse hasta hace bien poco. Pero a medida que
el FRA3 de “Amazon.de” ha visto incrementado su actividad en función de ir
absorbiendo mercados periféricos donde aún la enseña no ha madurado su
presencia logística (como el caso de Holanda, Austria o España) para atender su stock de
seguridad, el núcleo operativo de recepción se ha visto forzada a
traicionar su concepto y elevar plataformas complementarias sobre la planta
única al objeto de incrementar su capacidad de almacenaje. Ni que decir
tiene que con estas plataformas de albergación suplementarias llegaron
consustanciales los montacargas. Y de nuevo las retenciones frente a sus
compuertas, las esperas y la rivalidad por su uso. Afortunadamente,
“Amazon.com” exige un alto grado de camaradería a sus empleados (casi por encima
de su compromiso profesional) y esta ocasión fue la idónea para disfrutar de la
cordialidad. Simplemente se interpretaba como una disfunción operacional propia
de la sobrecarga de procesos, nada más.
"Amazon Logistik, GmbH" apostó en su flamante almacén
FRA3 por un diseño de planta única operacional.
“Lindinger”, uno de los mayores retailer de piezas y acabados de aeromodelismo, y su socio tecnologístico “SII Schäfer” se dieron cuenta que, en un almacén, más tecnología no significaba invariablemente mejores resultados y apostaron para su diseño de planta logística en Inzersdorf bei Kirchdorf por una estrategia totalmente horizontal y abierta, tanto en lo físico como en lo administrativo. Se olvidaron de los muros, de los departamentos y de las plantas modulares y montacargas apostaron por fusionar todo en un mismo espacio. Un espacio totalmente acristalado que reflejara la transparencia de los procesos. Abrazando prácticas casi toyotistas, el distribuidor austriaco eliminó el papel, adoptó un organigrama plano y desdibujó en favor de una interacción fluida de procesos las dependencias “nobles” y “obreras”.
Tienda-almacén de "Lindinger" en Austria. Los espacios se
fusionan y coexisten: el nuevo concepto de almacén horizontal.
Muchos directivos de expansión
del retail y de grupos mayoristas,
así como sus jefes de tráfico indoor y
los estudios de arquitectura industrial que diseñan los pequeños almacenes de
recepción o las grandes plataformas aseguran que en la optimización del espacio
se encuentra la consonancia con del empleo de infraestructuras y procesos de
logísticas ascendentes. Cuando mayor sea el número de plantas de un almacén,
mayor será la optimización de su superficie raíz y menor el coste de su adquisición
por metros cuadrados. Pero siendo esto observable para grandes almacenes tipo “El
Corte Inglés”, situados en los centros poblacionales, esto choca especialmente
en lo que se refiere a los hipermercados, con el diseño estratégico de sus
compras basada en un orden de admisión de mercancías por sistema pull de demanda. Si todo lo que nos trae
la logística de carretera va directo a la tienda sin pasar por la densidad
urbana, no necesitamos grandes ni pequeños almacenes en las tiendas. O peor,
pequeños con varias alturas que impliquen el uso de montacargas. Tampoco extensos
patios de trasbordo al estilo “E. Leclerc” con capacidad para dar cabida
simultánea a quince camiones-trailers
para tiendas con una capacidad media de entre tres mil quinientos y cuatro mil
metros cuadrados de sala de ventas. Existe una desproporción espacial entre
ambos conceptos yuxtapuestos, nos queda claro. Con un diseño inteligente de
almacén, volviendo a “Lindinger” que viene a colación, no solo ha obviado la logística ascendente, sino que además ha
destinado el amplio espacio destinado al patio de trasbordo al uso lúdico de
sus clientes. Mientras reciben cuatro únicos camiones por hora, el espacio
liberado del patio de trasbordo ha sido destinado en su nuevo espacio comercial
para la construcción de un aeródromo para el aeromodelismo y el disfrute de sus
clientes.
No obstante el psicólogo
industrial Donald A. Norman parece molestarse con todos aquellos que consideran
que, como nosotros, el diseño industrial se trata de estar a favor o en contra
de unas estrategias u otras. “No cabe
duda- dice- que las investigaciones
recientes demuestran que los diseños atractivos y la accesibilidad tecnológica
de objetos o infraestructuras tienden a ser mejor empleados y hace a sus
usuarios más efectivos”. Por lo tanto se trata de combinar todos los
elementos y diseñar aquello que hace de un espacio industrial un ámbito amable
y objetivo a sus necesidades, no ejercitar una oposición sin más que nada tiene
de asertivo. “Generalmente los mejores
diseñadores de espacios industriales y de herramientas o tiendas sean los
propios trabajadores, clientes o usuarios. El problema es que no se les
pregunta a la hora de programar un centro de trabajo o de compras sobre su
experiencia y su relación con el espacio laboral. Y ahí reside la clave del
éxito y del diseño emocional”.
Proyectar nuevas alternativas de desarrollo en logística es la mejor opción para dar mejores resultados.
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