sábado, 15 de diciembre de 2012

Llamando a las puertas de La Habana.


El comercio siempre ha constituido la antesala de la libertad dentro de las constantes del análisis histórico. Una vez abierta su senda, libertad de comunicación y libertad de transacciones son dos conceptos que se desarrollan paralelamente. Y Cuba cada vez está más cerca de seguir abriendo el mercado. 
Victor G. Pulido para "LinealCero". En Mérida, a viernes día 14 de diciembre de 2012.



A  Joani Sánchez (no te rindas).


Teléfono fabricado en la URSS, aún en funcionamiento en el ICAIC. Foto 2012.


El MIC en Cuba (esto es, el “Ministerio de la Informática y las Comunicaciones”) ha venido considerando a lo largo de estos últimos meses una reducción de las tarifas de telefonía móvil que incluye, entre otras, la eliminación del cobro por escucha, esto es, por recepción de llamada. Aunque parezca inaudito, en la isla que se asemeja a un caimán dormido, el que recibe también paga. Tan inaudito como lo que nos sucede a los europeos comunitarios cuando salimos de nuestras fronteras nacionales hacia un país hermano, incluso aunque nos atienda el mismo operador (por ejemplo, “Vodafone” para Portugal u “Orange” para Francia). Esto es algo que intenta solucionar la Comisión Europea. Pues bien, volviendo a Cuba el borrador de las resoluciones R11/2012 y R12/2012 para La Isla de este organismo estableció al menos una reducción de los costes finales en sms´s y mms’s de un 44% para el cliente final. Estos borradores se fueron perfilando a  lo largo de 2001 y las resoluciones fueron adelantadas por el portal cubadebate.cu el pasado invierno antes de su publicación en la “Gaceta Oficial” (lo que aquí es nuestro B.O.E.). Y aquí es donde por fin se confirmó que para el caso de las llamadas convencionales de móvil a móvil la cosa se quedaría en un sustancial 25% de recorte tarifario; al que igual sucede para la modalidad de “cobro revertido”, aunque este servicio no se contemplará para España por desacuerdos meramente comerciales. 

Muchos cubanos disponían de móvil, pero salía 
más barato para todos llamar desde cabinas. 

De acuerdo con todo lo dicho y, al margen de alguna que otra medida más, la “Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, S.A” estableció desde la pasada primavera la adecuación de estos costes para sus clientes siempre que se ajustaran al pago con pesos cubanos convertibles. Se entiende que con esta medida aplicada, según estimaciones siempre oficiales, el tráfico incrementado de llamadas y horas de conversación móvil aumentará entre la misma población cubana y con su diáspora alrededor de un 30%. Esto implica un salto cuantitativo (¿¡acaso no cualitativo!?) para los usuarios de cerca de un millón trescientas mil líneas de telefonía móvil registradas en la República a día de hoy según ETECSA. En los primeros meses de 2009, una vez levantada la prohibición y con el boom, no alcanzaban ni tan de cerca el medio millón (también es cierto que no existía una estructura de la oferta que cubriera toda la demanda, no había tantos aparatos y la oferta se mostraba muy rígida); en la actualidad, ya superan a las demarcaciones fijas para una población censal de 2,2 millones de habitantes. Más de la mitad de los cubanos ya tienen su propio terminal. Y seguramente gracias a esta reformulación de costes al consumidor final veremos cómo la extensión de su uso se amplía a otros grupos objetivos y para el verano se llegue al millón y medio de aparatos en los bolsillos. 

Habanero atendiendo a su terminal en mitad de una calle. 

No es de extrañar tanto fervor nacional de acogida en tan breve tiempo. El apego al móvil se ha manifestado como una de las necesidades apremiantes de los cubanos ante la escasez de infraestructuras de telecomunicación fijas en su territorio, ciertamente obsoletas. Por el contrario, una tecnología menos intensiva en implantación técnica y de inversión como la celular ha dado lugar a un acceso más universal a este bien entre los isleños. Esta tecnología no ha sido un "regalo de la revolución al pueblo", se imponía ante la sociedad isleña como necesidad objetiva y asumible en términos de viabilidad. Para el escollo que argüía el gobierno al objeto de retrasar la consolidación de la comunicación móvil en Cuba en base a la dificultad de adquisición para la familia media de un terminal, se ha demostrado posteriormente que ésta no ha sido tan traumática: cada cual se lo ha agenciado según ha podido o según sus medios y contactos tanto dentro como fuera de la isla. De tal modo que dada la consolidación del soporte inalámbrico y su popularidad, el gobierno de la isla no ha tenido más remedio que someterse una vez más y meses más tardes a las nuevas preferencias de consumo del pueblo: una demanda de servicios cada vez mayor ha doblegado a las autoridades; sin más legitimidad que la funcional a éstas no le ha quedado otra opción que tener que equilibrar las tarifas en correlación inversa a su volumen de tráfico. El elevado coste ya no puede intuirse como una barrera más a la comunicación social. Una vez más, el precario mercado de Cuba, esta vez de comunicaciones, se ha convertido en la avanzadilla de sus deseos subrepticios de reforma orgánica, lo que teniendo en cuenta sus famélicas condiciones no deja de sorprender dada una economía de subsistencia.

Sorprendentemente, los smartphones de moda en Cuba.

Las telecomunicaciones dentro de un ámbito privado y empresarial son el hilo conductor del desarrollo y transmisor y caldo de cultivo de ideas en toda su amplitud ecosistémica: sociales, culturales, económicas, ideológicas,…. Lo hemos querido adivinar de algún modo en la Primavera Árabe. Pero aún así y quizás por ello, muchos países intervienen o dificultan las comunicaciones con la insana intención de contención ideológica. Colosos como “Google”, “FaceBook” e “e-Bay” e incluso “Amazon.com” tienen la lista negra de muchos de ellos. La consigna oficial omitida de los países reticentes a sus élites de dirección es la de “no dejarse contaminar”. Las autoridades cubanas, sin embargo, quieren desmarcarse de estas listas, de éstos informales índices de la desdemocratización que implican cerrar el paso a los portales de comunicación y comercio y poco a poco administran pequeñas píldoras de libertad. Aún queda mucho camino por andar. No se debe olvidar que muchos “blogeros” cubanos, la gran mayoría residentes-disidentes en la isla (el periodista debe estar donde está la noticia) cuentan a la blogsfera cómo se la apañan, qué tienen que hacer para remitir un post a la red. En el mayor de los casos capturan partes del texto mecanografiado o manuscrito mediante fotos tomadas desde la cámara de sus teléfonos móviles en sus casas y los redireccionan como MMS a familiares o asociaciones de refugiados a La Florida; allí, en la orilla americana, se encargan de juntar las piezas del puzzle de imágenes, transcribirlos y colgarlos al mundo. 

En Cuba ya puedes adquirir tu vivienda. Si las condiciones oficiales se te dan. 
Lo del fútbol en el "Cine Yara" es cuestión  de esperar largas horas de colas.



La fluidez social de las comunicaciones civiles en Cuba sea acaso el reflejo de la batalla soterrada que mantiene una oligarquía autoritaria contra el tiempo, a lo largo del tiempo y a destiempo de su propio progreso. Y contra la historia futura de su propio país. Afortunadamente ese mismo tiempo ha demostrado que Cuba ha terminado por rendirse al paso de las décadas a todas las idolatrías occidentales que demonizó a lo largo del último medio siglo transcurrido: el dólar, la vivienda en propiedad, el british pop, el celuloide americano y el fútbol de corte europeo. Y es que no es ningún secreto que nuestra antigua colonia está virtualmente dolarizada; existe hoy además un incipiente mercado “liberalizado” de compra-venta de casas, eso sí, aunque algo intervenido por el establisment y a pesar de todo John Lennon disfruta de su estatua, sentada sobre un banco, en la misma capital antillana; a ello habría que añadir que el fútbol empezó a exhibirse gracias a tecnología aportada por el Estado en algunas vetustas salas de cine (ante la falta de un receptor de T.V. en muchas hogares cubanos) desde el pasado Mundial de 2010 en Sudáfrica; y que no cabe duda a los ojos de la calle que los DVD´s pirateados del star system hollywoodiense entran, se mercadean y circulan por La Isla de familiar en familiar y de amigo a amigo directamente remitidos desde las playas de la “Pequeña Habana” de Miami o descargas desde algún servidor en la penumbra. Con la telefonía móvil está pasando lo mismo.

Estatua de John Lennon en el parque habanero que 
lleva su nombre, a sólo seis manzanas del malecón.
Cuba empieza a adivinar que un país puede estar fuertemente centralizado en lo político, pero no necesariamente en lo social. También conoce de sobra que su economía difiere hoy en poco a lo que los más viejos recuerdan que fue: una economía centralizada. Pero toda economía y política centralizada en el tiempo no tiene que implicar una centralización cultural. Esta silenciosa centrifugación de los comportamientos sociales, culturales y de consumo están llamando a las puertas de La Habana (es una revolución que empuja por ver la luz dentro de la revolución postergada), están manifestándose de forma tímida aunque notoria en los comportamientos de consumo y de mercado, tanto formales como informales. El comercio siempre ha constituido la antesala de la libertad dentro de las constantes de la hermenéutica histórica. Y Cuba cada vez está más cerca de alcanzarla por el camino del consumo y el mercado. En sentencia del historiador Luis Enrique Otero, "el arraigo del comunismo en los pueblos sometidos a su influencia demostró ser menos profundo de lo que se esperaba. Cuando los partidos únicos se quedaron sin respuesta ante la nueva situación, empezó a ser evidente que su dogmática ideología estaba destinada a mantener la fe ciega de las vanguardias minoritarias, pero que la adhesión de las masas no dependía de sus convicciones, sino de sus necesidades cotidianas". Seguramente estemos hablando de la necesidad de un teléfono móvil. 

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