Agradecemos a Joani que nos
visite de nuevo como firma invitada del mes y que nos permita reproducir unos
de sus posts importado desde su weblog “Generación Y”, como ya hicimos el
pasado mes de febrero: una vez más nos habla de las tendencias del mercado en Cuba.
En esta ocasión hace referencia a la telefonía móvil smartphone y cómo los
cubanos la viven como una más de las transformaciones sociales a las que el
régimen de la isla parece oponerse. Sánchez nos regala una vez más al mundo un
pedacito de la realidad cubana del siglo XXI.
Joani Sánchez, en "Generación Y". La Habana, noviembre de 2012.
El cartel es colorido, bien diseñado y
anuncia reparación de teléfonos móviles, especialmente de i-Phones.
Afuera, una fila de personas aguarda con su juguete preferido entre las manos.
Son los fans de “Apple” en La Habana, los “maqueros” que
tienen uno de esos extraordinarios smartphones. Están desde los que
logran comprárselo en mercado informal gracias a alguna entrada en pesos
convertibles, hasta otros que lo han recibido de un pariente o amigo
radicado en el extranjero. El desvío de recursos del estado y los negocios
éticamente reprobables también proveen de recursos a muchos de estos adoradores
de las nuevas tecnologías. Para los que no cuentan con ninguna entrada
económica adicional al salario ni con un pariente emigrado, siempre es posible
pagar menos por una imitación “made in China” de los ingenios de Steve Jobs.
Aunque en Cuba la compañía “Apple” no
cuenta con tiendas –tampoco ninguna otra empresa norteamericana- está entre las
marcas más apetecidas en el extendido comercio ilegal. En un país donde cada
día se hacen más visibles las diferencias sociales, el teléfono celular
y el ordenador se erigen como los más preciados símbolos de status. Entre
la población circulan todos los tipos de móviles. El codiciado Samsung
Galaxy S3 ya puede comprarse en la mayor de las Antillas a través de sitios
web de clasificados como revolico.com. Los HTC’s causan
sensación y las Blackberry, de diminuto teclado, tienen su público
apasionado. Pero los productos con el logo de la manzana mordida son los mejor
evaluados entre los jóvenes menores de 25 años. iPhones de todas las
generaciones pueden verse en los sitios más inusitados. En un ómnibus repleto,
donde viaja la gente más humilde, de pronto suena un ring ring y
ahí está la estilizada creación del emprendedor californiano. Una mezcla de
carencia y sofisticación, de atraso y modernidad, compone nuestro día a día.
Una de las principales tiendas oficiales de
adquisición de móviles del teleoperador
ETECSA, de copropiedad estatal,
localizada en el centro de La Habana.
“Apple” va tardar algún tiempo en poder abrir uno
de sus establecimientos en la capital habanera. Las restricciones del embargo
norteamericano implementado desde 1962 se lo impiden. Pero al gobierno cubano
tampoco le haría ninguna gracia dejar entrar en su monopólico –y raquítico-
mercado de ordenadores y tecnología a un competidor tan poderoso. A mediados de
2008, cuando las tímidas reformas de Raúl
Castro autorizaron a los nacionales a comprar equipos de informática, sus
precios estaban pensados para un mercado cautivo, sin otras opciones. En
los primeros meses después del anuncio, podían encontrarse en las tiendas laptops
con un precio que no bajaba de los 2000 euros; y un PC sin monitor rondaba los
900 euros. Eso, en un país donde el salario medio mensual no supera los 20
euros. ¿Se imaginan como ponían en blanco los ojos los potenciales compradores
al ver tal exceso? A pesar de tan descabellados números, los productos se
vendían –pues no había otra oferta legal- y actualmente es raro hallar una
tienda donde todavía queden ordenadores en oferta. Sólo siguen en exhibición
algunos chasis ya pasados de moda, con unos pocos periféricos al estilo del mouse
o el teclado. No continuó el abastecimiento de material informático, quizás
porque sólo se buscaba armar el gran revuelo anunciando la
flexibilización y, después de aquellos sonados titulares en los
periódicos, el gobierno perdió el interés en que nos siguiéramos informatizando.
De manera que el grueso de la compra y venta de tecnología se sigue moviendo en
las sombras de la ilegalidad.
Lo sorprendente es que los técnicos locales
hacen prácticamente cualquier cosa con los productos de “Appel”. Instalar
aplicaciones, desbloquear estos móviles para que funcionen con la compañía
cubana, cambio de piezas internas, jailbreak y untethered
para todos los gustos y necesidades. Se implementan soluciones muy inteligentes
para paliar el gran obstáculo de no tener acceso a Internet desde estos
artilugios de pantalla táctil. Así que, a falta de conectividad, abundan las
herramientas y los programas que funcionan offline. Por un precio
que oscila entre 4 y 9 euros, cualquier cliente pude salir de uno de esos “centros
privados de reparación telefónica” con verdaderas maravillas.
Por ejemplo, es muy popular una versión
completa de la Wikipedia en español que queda instalada en la memoria
del dispositivo, a elegir con imágenes o sin imágenes en los artículos. También
muy demandados son los mapas de La Habana y de toda Cuba, calle por calle,
detalle por detalle que también se incorporan al smartphone. En
alguno de estos dispositivos es posible activar la localización, que no
funciona vía satelital sino a través de la triangulación de las antenas
terrestres. Con lo cual, los sagaces usuarios logran auto ubicarse en un mapa y
hasta ver como la “bolita azul” avanza entre las cuadrículas de las calles en
la medida en que se mueven ellos. Especial pasión genera una aplicación pirata
que incluye la base de datos de la compañía telefónica ETECSA, con la cual se
puede determinar el nombre del propietario del teléfono de cualquier llamada
entrante, la dirección donde vive y ¡horror! hasta su número de carnet de
identidad. Nada, que a la hora de ponernos ingeniosos, los cubanos siempre nos
pasamos un poco.
En algunos portales de edificios del distrito
central de La Habana se encuentran los puntos de venta de accesorios para las
criaturas de “Apple”. Fundas de silicona, audífonos para manos libres,
cargadores eléctricos que se conectan al enchufe del auto, películas de acetato
para cubrir el cristal y evitar las ralladuras. Un mercado floreciente de todo
tipo de periféricos que giran alrededor de los teléfonos inteligentes. Pero lo
que más sorprende es que éste exista en un país donde nada de eso se
comercializa en las tiendas oficiales.
¡¡Pobre Cuba!!: tan lejos de Jobs y tan cerca del Régimen de Castro.
En fin, que para cuando “Apple” aterrice realmente
en La Habana encontrará una comunidad de seguidores que ni imagina que tiene en
la mayor de las Antillas. También se asombrará de las dimensiones del mercado
informal que se mueve alrededor de la reventa de sus aplicaciones y de las
“incursiones” osadas que se hacen en el interior de los circuitos de sus
iPhones y iPads. Para cuando llegue la empresa fundada por Steve Jobs –si es
que llega- ya habremos mordido la manzana por todos lados. No la habremos
tragado, deglutido e incorporado a nuestras vidas. Por el momento, ¡buen
provecho!
La élite que se vanagloria de lo que se a su pueblo le niega.
por Víctor G. Pulido.
Las
contradicciones del régimen cubano no tienen parangón y prueba de ello es que
los cambios sociales y tecnológicos que están teniendo lugar en los países
próximos a su órbita geopolítica e ideológica están apostando por la batalla
tecnológica e informacional. El hoy también enfermo de cáncer, el presidente
venezolano Hugo Chávez no quiso dejar la oportunidad de recordárselo a
su homólogo cubano y “hermano de sangre” cuando le visitó hace varios años con motivo de
su convalecencia y le trajo consigo, para animarle, un i-Phone 3G auténtico de
la compañía “Appel”. Bien pareciera que le hubiera metido en su cama de
senectud al mismísimo demonio americano, pero en contra de este parecer, el
viejo dictador agradeció el presente de poder disfrutar de internet desde su
lecho de descanso recordándole por entonces al caraqueño que no disponían de
tecnología civil para el pleno disfrute del dispositivo de Jobs.
Mientras Castro le transmitía la idea de que en su país no hay
libertades plenas, su Hermano Raúl y el jefe de estado bolivariano le hacía entender
que ese era justo el momento, que las compañías venezolanas podrían llevar a
cabo esa implantación tecnológica en la isla y que a cuenta de ello se podrían
beneficiar financieramente las oligarquías de ambos países. Mientras Fidel
disfrutaba de “dedosear” el “display” con cobertura 3G militar de su seguridad,
la oligarquía aprovecha el ocaso del mito político para repartirse el pastel
empresarial privado al estilo "ex perestroiko" y enterrar junto con
el dictador una parte de la gloriosa o triste historia de Cuba. Pero mientras tanto, hasta que transcurrió todo eso, mientras los líderes disfrutaban de la primera
generación de smartphones los isleños apenas podía disfrutar de una
tecnología más allá del sms.
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