lunes, 26 de julio de 2010

La alquimia de los contables y otros cuentos II: fútbol y casas de apuestas.

Las casas de apuestas han ganado la partida mundialista a marcas y entidades financieras: ellas sí acertaron.


Sevilla, 22 de julio. Víctor G. Pulido.







En las entradas anteriores nos hemos sentado a comentar cómo un mundial de fútbol nos convierte en fenómenos globalizados e interconectados a todos los niveles. Como una atmósfera planetaria, la futbolsfera lo cubre todo bajo su manto, nutre de rituales y leit motiv todo su hinterland y se convierte en la medida absoluta de todas las cosas: interrumpe conflictos bélicos y fronterizos e interfiere en debates políticos y ceremonias religiosas (acaso el fútbol mismo lo fueran); aúna naciones con tensiones territoriales y construye puentes entre civilizaciones y razas; provoca absentismo laboral y, al mismo tiempo, su contrario, altas hospitalarias; da origen a mitos, leyendas, héroes y villanos; y, sobre todo, genera comercio, mucho comercio, desde la gran banca al pequeño bazar chino. De todo ello, de esa comunión que encierra la liturgia del balón cada cuatro años, emerge enredado en su ecosistema una cosmogonía a la que se pretende dar entendimiento bajo todo tipo de fórmulas desde muy diferentes ámbitos. Esto es, por qué ocurre, cómo ocurre y, por supuesto, en una aproximación al estudio del fenómeno, qué rendimiento puede sacarle el mercado. En nuestra anterior participación en el blog, hemos comentado como ejemplo de parte de ello el "Informe ABN-AmRo”, como una estrategia promocional de la entidad bancaria neerlandesa, de prestigiar su marca a través de su oráculo financiero y obtener notoriedad comercial mediante un sigiloso diseño mercadotécnico y con una inversión mínima optimizada. Es un banco, nada reprochable. Otra cuestión es que, en el estudio comercial del objeto, acierten o no con sus previsiones: pero eso es lo de menos cuando la marca ha constatado su presencia, aunque sea de modo soslayado y anecdótico, en la futbolsfera mundial.



"Manchester United", club de referencia bursátil, flúctua en
sus cotizaciones en función de sus derrotas y triunfos: bolsa pura.


En definitiva, sea como fuere, lo que queda patente es que los analistas y consultores se pueden equivocar como seres humanos que son (a veces sus errores mancomunados nos cuestan crisis financieras, claro); sobre todo si se mezcla con el fútbol porque el balón no entiende de variables ni de patrones estadísticos: es algo que se juega con el alma, que diría un argentino, y no intentando cuadrar un sudoku. Y, para muestra, otro botón financiero: los brokers de las más férreas economías mundiales había apostado por Brasil, con Wall Street a la cabeza, como reinona del mundo incluso antes de que comenzara la fase de clasificación por regiones. En esta línea un banco danés, el Danske, ingenió la fórmula matemática del acierto, la alquimia de la predicción. La ecuación simplificada de “Danske Bank”, consistía en “número de goles - 0,18xPIB per cápita + 0,19xPoblación - 0,02xIncremento de población + 0,05xParticipaciones en Mundiales anteriores + 0,17xNúmero de superestrellas en el equipo - 0,01xRanking de la FIFA + 1,12xAnfitrión - 0,85xAsia/Oceanía/Norteamérica”. “Danske Bank” explica que cuantos más recursos económicos, humanos y materiales posee una nación, más puede invertir ésta en la formación de su selección de fútbol: la cantera potencial será mayor y más diversificada, lo que justifica el uso de esos dos factores. De su ecuación sale ganador, cómo no usando estás variables, Brasil; una conclusión a la que también llegan, a partir de otras fórmulas, el banco suizo “UBS”, el estadounidense “Goldman Sachs” y el británico “Evolution Securities”. “JP Morgan”, por el contrario, se desmarcó y apostó por Inglaterra. Tan sólo el Centro Informático de Noruega, que había sustentado su modelo de predicción aplicando diseños matemáticos para el Mundial, pero basados sólo en factores deportivos, como la evaluación del desempeño de cada jugador en defensa y ataque, y del equipo en su conjunto, había dado como favorita a España. Entre tantos “jugadores”, alguno tenía que acertar, ley matemática de probabilidades, pero si el concienciudo CIN noruego hubiera asesorado al "BBVA" o Toshiba, por citar holdings implicados comercialmente en promociones de productos-riesgo, hubieran ahorrado mucho dinero a sus accionistas. Y es que, lo que han llevado a cabo todas estas grandes empresas y patrocinadores, aunque no lo parezca, es un acto financiero de jugar en bolsa, cuyos activos y valores, devaluables o no mediante cotizaciones, son las selecciones nacionales.


Las casas de apuestas, físicas y virtuales, han dado un ejemplo
de gestión de riesgo a las grandes corporaciones comerciales.

Y hablando de juego, riesgo y alquimias financieras. Los que no han errado en sus predicciones (o, al menos, en menor medida que el comercio) han sido las casas de apuestas, tanto físicas, como principalmente virtuales. España, tras su victoria en la última Eurocopa de 2008, partía como la principal favorita en las principales casas de apuestas, seguida de Brasil (primer puesto en el ranking FIFA hasta la semana pasada) e Inglaterra. Y es que los casinos, presenciales o virtuales, no mandaron a sus barcos a luchar contra los elementos, como bancos, marcas y fabricantes; para evitar sufrir ataques en sus activos y proteger sus márgenes comerciales, no se complicaron la vida y situaron a España como el valor menos retributivo: esto es, la declaró Campeona del Mundo antes de tiempo. Y es que, señores contables, no se puede determinar las probabilidades de éxito de una selección en función del potencial económico de un país, combinarlo con su masa demográfica o creer en el animismo imaginario de que un triunfo de un combinado, cual danza de la lluvia aborigen, proporciona mejores cosechas económicas a su país de origen. Aprendan de los casinos, ellos saben que los dioses son sordos y que sus clientes juegan más con el corazón que con la calculadora. Por eso su “banca” siempre gana. Por eso siempre apuestan por los perdedores, diversificando el riesgo al máximo, arriesgando el margen al mínimo, comiéndose a bocados el bolsillo de los aficionados que sienten amor incondicional por los colores de su bandera y el juego. Las casas de apuestas, un sector económico más, vuelven a dejar solos a los alquimistas de la contabilidad y demuestran que entre economía nacional y fútbol autóctono no existen conexiónes: Brasil ha sido durante décadas paradigma de desigualdades sociales y es histórica pentacampeona del mundo; la Inglaterra líder de la Commonwealth se agarró a su única gloria mundialista en casa y con ayudas arbitrales. El triunfo no deviene de los recursos humanos ni los activos financieros de una nación, no lo dictan los discípulos de Adam Smith. Las naciones que los poseen, afortunadamente para la futbolsfera, no hacen campeonas a sus selecciones de modo inexorable. Y el éxito en el balompié tampoco implica hacer rica o pobres a las naciones, y menos de la noche a la mañana. Como mucho las hace felices. Si la felicidad aporta  las premisas socioeconómicas que den lugar a la solidaridad, al talento,  a la productividad, al potencial de futuro y a la incentivación del consumo interno, ese es ya otro debate, quizás el gran debate antropológico de la historia de la humanidad.



Trabajo en equipo, humildad y talento parecen ser las premisas del éxito
en un mundo globalizado: discípulos de Del Bosque, más que de Adam Smith. 



2 comentarios:

  1. Como ya te comenté el otro día, Víctor, un grupo de científicos demostró que ante un éxito, el cerebro humano reacciona de tal modo que la próxima vez que una persona se enfrenta a un reto similar su mente y su cuerpo tratan de "emular" la situación fisiológica del momento "exitoso", explicando así porqué los éxitos y victorias suelen venir seguidos, en rachas.

    Teniendo en cuenta que la selección española era ya campeona de Europa y que la mayoría de sus jugadores venían ya cosechando una serie de logros nada desdeñables, me parece que esta hubiese sido una buena variable a tener en cuenta también.

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  2. Por supuesto, Javi, estás en lo correcto. En una situación muy similar a lo que ocurrió con Francia tras ganar Mundial y Eurocopa, esto es, euforia nacional y consumo: emulan los éxitos porque lo que funciona no se toca... hasta que deja de funcionar porque la situación económica cambia de ritmo y. con mucha mayor fuerza que pueda tener el fútbol, trastoca las estructuras establecidad de consumo.

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