miércoles, 21 de julio de 2010

La alquimia de los contables y otros cuentos I: fútbol y pronósticos financieros.

La euforia colectiva desatada por la consecución de la Copa del Mundo, contagiada al ámbito financiero y contable nacional.



Sevilla, miércoles 21 de julio. Víctor G. Pulido.





Cuando Iker Casillas levantó la Eurocopa tras la final disputada en el Ernst Happel de Viena hace tan sólo un par de inicios de veranos, no sólo materializó el triunfo de una selección española que marcaría el inicio de una senda y una generación de excepcionales jugadores cuyas gestas harían felices a millones de personas. La victoria de los de Luis Aragonés supuso, además, el triunfo icónico de una nación de naciones cuya euforia estaría eclipsando soslayados mecanismos macroeconómicos esporados como consecuencia de la consecución del título. Dicho en cristiano, la consecución del título continental de naciones estimularía un consumo adicional que, aunque poco perceptible, supondría un impulso más para la economía española. La reactivación en cadena del pequeño consumo se traduciría en términos económicos en clave de externalidad positiva. Así al menos lo aseguraba entonces José Carlos Diez, director de análisis de “Intermoney”, en un contexto de contabilidad nacional: “la consecución de la Eurocopa por España va a generar un impacto significativo en su PIB”. Según Diez, y atendiendo a su afirmación de entonces, este mismo impacto debe manifestarse, emerger en al menos en mayor medida o grado extrapolado, con la consecución del Campeonato FIFA tras la victoria de España en Sudáfrica. Pero poco o más bien nada sospechaba uno de nuestros mejores analistas financieros que un banco procedente de la nación vencida por nuestra armada futbolística en la final de Johanesburgo, a día de hoy seguiría la estala de su tesis. La entidad financiera holandesa ABN-AmRo, más conocida en nuestro país por su equipo ciclista profesional o por haber pertenecido en parte al Grupo Santander, no duda en echar una mano a Diez y asegura que las coleteralidades positivas que para la economía de un país supone que su combinado nacional quede como selección ganadora del Campeonato del Mundo implica un aumento de hasta el 0'7% de su producto interior bruto (PIB). ¿Y en qué se basan los neerlandeses?. Pues bien, para llegar al refuerzo de esta hipótesis los analistas contables llevaron a cabo un informe donde sus premisas tomaron en cuenta datos de los países que se proclamaron campeones del mundo desde 1970. El ABN-AmRo alude, como factores que contribuyen al aumento del producto interior bruto del país, variables emocionales tales como la euforia y en un aumento inmediato del nivel de gasto, consumo compulsivo que, por el efecto multiplicador de la velocidad del dinero, genera riqueza. Para que nos entendamos, en palabras del “Financieele Dagblad”, algo así como un “efecto Mariposa” en la economía española del caos.



ABN-AmRo es la mayor entidad financiera
neerlandesa en el ámbito internacional


Para los escépticos y detractores del informe ABN-AmRo, el estudio no se trata de nada más que un divertimento macroestadístico impropio de una institución financiera de la categoría del banco holandés que, por si fuera poco, no fundamenta de modo empírico las correlaciones objetivas entre éxito deportivo de un país y su crecimiento interno. “Es como la narración de una fábula de tintes contables de épicos guerreros pero por mucho que nuestro gobierno insista en que con la victoria española habría que revisar al alza las previsiones de crecimiento del PIB, está por ver sus efectos; tiene algo de leyenda por la doméstica razón de que ningún país puede delegar el prestigio, el destino y la calidad de su marca nacional sobre once hombres solos”- comenta un usuario de FaceBook al respecto, que considera que las declaraciones oficiales de varios ministros españoles son más producto de la segregación de dopamina que de tendencias alcistas en el mercado a corto plazo. Así las cosas, de este modo, ABN-A, como se la conoce coloquialmente a la entidad en el barrio financiero de Rotterdam, en la “pequeña Manhattan”, ha embrionado durante el transcurso de la celebración del Mundial, quizás sin proponérselo, una pequeña comunidad de profesionales escépticos que cuestionan abiertamente el impacto real del triunfo de una selección sobre la economía del país. En este sentido, varios expertos han recordado que los autores del informe de ABN-A no han destacado que en Alemania, en 1974, y la Argentina del “Mundial’78”, no se registró el repunte económico esperado tras la victoria de sus respectivos combinados nacionales en los mundiales de aquellos años. Más bien todo lo contrario, en ambos países se agravó la crisis que ya sufrían antes de la cita mundialista, abocados a la recesión. De igual modo, apuntan los críticos con el informe, España conquistó la Eurocopa 2008 ante Alemania en Austria y ello no se tradujo en una mejoría de su maltrecha economía. Más bien al revés: desde 2008 hasta ahora, los datos han ido demostrando una curva claramente descendente de la economía española, lo que invita a invalidar la hipótesis de correlación: un triunfo futbolístico no tiene por qué colaborar positivamente en la recuperación económica del país. La conclusión parece a todas luces clara: las economías de las naciones vencedoras de campeonatos mundiales desde 1970 se comportan con posterioridad al evento de modo procíclico sólo si previamente a la cita mundialista ya existían condiciones macroeconómicas favorables; si, por el contrario, la situación financiera de un país no era muy boyante, la entropía mecánica de la victoria no absorvía toda su inercia. Otra cosa o fenómeno es, como ya hablamos el mes pasado en “Efecto Mundial, daño colateral”, y hablaremos mañana en la próxima entrada, que anime al sector horeca, y al sector retail, que no es poco, en la mejora de los números que favorezcan la distensiones contables de tesorería nacional. Pero eso ya son otras cuentas, otros cuentos.



Un excelente rendimiento deportivo en las principales
 modalidades deportivas mundiales (baloncesto, futbol, ciclimo, tenis,...)
de un país no implica un indicador de medida de su salud financiera. 





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