Una sociedad que nosotros hemos querido y tornado en complejizada, esto es, en más inteligente y evolucionada y resolutiva, desde el punto de vista en que se le demandan más respuestas y de mayor eficacia, tiende en contrapartida a exigirnos más capacidades adaptativas. Monzó considera que cada vez más sectores de la producción, desde la fábrica al museo, se están adaptando a esa versatilidad funcional que requiere la demanda. El comercio representa la última frontera, el alumno rezagado. Reproducimos el artículo de opinión publicado en "La Vanguardia" el pasado dieciocho de julio.
Quim Monzó para "La Vanguardia". Barcelona, 18 de julio de 2012.
El domingo, el Reina Sofía de
Madrid abrió por la tarde y de ahora en adelante lo hará siempre, para
"adecuar los recursos de la institución a las necesidades de los
ciudadanos". Tiene lógica. ¿A santo de qué los museos tienen que cerrar
las tardes de domingo? ¿Verdad que nos parecería extravagante que los domingos
por la tarde los cines estuviesen cerrados? Pues lo mismo pasa con los museos
y, aprovechando el debate sobre libertad de horarios que hay en Madrid, el
Reina Sofía se ha puesto las pilas. El domingo, Madrid se convirtió en la
primera comunidad autónoma con libertad completa de horarios en los comercios.
Según las crónicas, las tiendas pequeñas estuvieron cerradas, como siempre los
domingos. Los que sí abrieron fueron los grandes comercios, y fue poca gente.
Algunos diarios insinúan que ha sido un fracaso. Fascina que los que
vaticinaban que la libertad de horarios sería un éxito para las grandes
superficies y la hecatombe para el pequeño comercio sean ahora los que, en vez
de reconocer que no ha habido hecatombe ninguna, finjan que todo ha ido tal
como preveían.
La ambición y el trabajo constante son los pilares del éxito.
Que la gente no haya salido mucho a comprar significa que no es necesario que todo el mundo abra. Quien quiera abrirá y quien no, tendrá la tienda cerrada "para conciliar su vida familiar". Sólo faltaría que no pudiese tenerla cerrada. Este debate sobre la libertad de horarios está lleno de demagogias, y una de las más habituales es la de la "conciliación familiar". Hace unas semanas escribí aquí un artículo sobre los horarios y al día siguiente un lector me hizo llegar un e-mail donde me hacía ver que problemas con la conciliación familiar los tiene todo el mundo, no solo los comerciantes. Los tienen los obreros que mantienen la fábrica en marcha día y noche, por turnos que implican los siete días de la semana, sábados y domingos incluidos. Tienen problemas de conciliación familiar los médicos y las enfermeras de los hospitales. Tienen problemas de conciliación laboral los periodistas, que trabajan cuando les toca, independientemente del día de la semana que sea. Tienen problemas de conciliación familiar los vendedores de entradas de cines y de teatros, y los actores y músicos que actúan en el escenario. No se quejan por no tener horario de nueve a siete los días laborables y basta, porque tienen claro que cada uno tiene los horarios que su trabajo precisa. Ya basta de vendernos la imagen maniquea de los pobres comercios que ahora tendrán que abrir a la fuerza todos los días de la semana. Nadie obliga a nadie a abrir cuando no quiere. Simplemente se pide la libertad de que lo haga quien quiera hacerlo. Es un debate calcado al que hubo, hace lustros, cuando la "Ley del aborto". Había quien te la vendía como si, a partir del momento en que se aprobase, todo aquel que quedase embarazado estaría obligado a abortar. A otro perro con ese hueso, por favor.
Los políticos, las grandes superficies y el comercio electrónico, eje de todos
los males del pequeño comercio; las entidades finacieras se salvan de la triada infame.
Quim Monzó empezó a
publicar reportajes a principios de los años 70. Su primera novela ,
“L'udol del griso al caire de les clavegueres” apareció
en 1976. Pasó el año 1982 becado en Nueva York de la que
posteriormente nació su obra madura de compendios periodísticos y
recopilaciones de artículos “Catorce ciudades incluida
Brooklyn”. Ha publicado un buen número de novelas y cuentos,
habiendo sido traducidas a más de veinte idiomas lo que le han
granjeado diversos premios literarios. Sus colaboraciones en
“Catalunya Ràdio”, “TV3” y “RAC1”
desde los años ochenta han contribuido a hacerlo uno de los autores
catalanes más populares. A principios de los años setenta sacó de
sí mismo lo mejor de su más genuino periodismo escribiendo para
“TeleXpréss” luminosos reportajes sobre geografías tan
señaladas como Vietnam, Camboya, Irlanda del Norte y el África del
Índico. Ha colaborado en diversos diarios y actualmente publica cada
día en su columna del diario de referencia catalán “La
Vanguardia”. En 2007 escribió y leyó el discurso
inaugural de la “Feria del Libro de Fráncfort”, el año en el
que la cultura catalana fue la invitada. Monzó diseñó una
aplaudida disertación en forma de cuento que difería totalmente de
los discursos tradicionales venidos al uso. De diciembre de 2009 a
abril de 2010 tuvo lugar en la “Sala Arts Santa Mònica” de
Barcelona una gran exposición retrospectiva sobre su vida y su obra,
que llevaba por título “Monzó”. Quim es un
escritor que mezcla dos registros: uno que podríamos denominar
realista y lírico; otro, fantástico y grotesco. Como Nabokov, Monzó
tiene un virtuosismo que le permite jugar desesperadamente con las
palabras, y una dolorosa lanza de acero que perfora la máscara de
sus brillantes bromas. En relación a su contribución crítica, de
no ficción, de análisis social, destacar su faceta para
desenmascarar los entuertos discursivos, de falsa moral e ideológicos
que distorsionan nuestra castiza y cainita realidad social ibérica.
Junto con Pérez-Reberte, aunque con un registro distinto, conforma
una de la espadas, más que plumas, más laceraria del periodismo
español en de valleinclanesca actualidad. Un ejemplo de ello es este
artículo que hoy hemos reproducido. Fuente: Wikipedia y propio autor.
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