Un seguidor remite uno de los editoriales
del pasado 17 de julio del diario madrileño de tirada nacional “El País”. Se
nos pasó por alto a pesar de que poco más de una semana anterior a esta fecha,
“LinealCero” hizo llegar como “Carta al Director” el anterior post publicado en
este mismo blog a las cabeceras “El Periódico Extremadura”, (a raíz de las protestas de los tenderos extremeños frente a su administración), “La
Vanguardia” (tímidamente proclive a la defensa del pequeño comercio) y el propio diario del
grupo Prisa (como diario franquicia de España). Muchos de los puntos tratados
tanto por el post y como por la línea editorial del matutino son coincidentes.
Diario “El País”. En Madrid, a martes día 17 de julio de
2012.
El horario comercial que ha dirigido
tradicionalmente España, de mañana y tarde con tres horas de descanso al
mediodía y cierre los fines de semana, hace tiempo que quedó trasnochado porque
respondía a una inercia que dificulta el consumo de una sociedad en la que ya
se ha producido una masiva incorporación femenina al mundo laboral. Aunque ha
habido cambios sustanciales relacionados y la apertura en festivos, lo cierto
es que hasta la fecha la han mantenido las restricciones que responde a los
intereses corporativos del sector y dificultan las compras a la mayoría de las
familias.
En este sentido, el giro que ha imprimido
el Gobierno a este asunto es una buena noticia para los consumidores, que
dispondrán de opciones más acordes con su tiempo libre. Según el proyecto
gubernamental, se amplía el horario máximo de apertura en días laborales a
noventa horas semanales, se otorga plena libertad horaria, para los pequeños y
medianos establecimientos con menos de trescientos metros cuadrados y se eleva
a diez el mínimo de de domingos y festivos de apertura. En el caso de la
comunidad de Madrid ha ido incluso más lejos permitiendo abrir a todos los
comercios los trescientos sesenta y cinco días al año y, lo que es más
importante, anulando la exigencia de licencias de apertura.
Además de la obvia ventaja que la liberalización de horarios tiene para la comunidad de consumidores, las autoridades que más impulsan la medida confían en ella para dinamizar la economía. No es algo garantizado y la norma se ha presentado sin un análisis previo de su repercusión. Tampoco el sector afectado ha sido consultado. En él hay voces discordantes de consumidores y comerciantes que no sólo no creen que tales cambios generen más empleo, sino que temen lo contrario. Si se confirman sus expectativas, sería un revés para el vapuleado comercio de trabajo.
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