La reforma universitaria que propone el
ministro Wert implica desproveer a las regiones más desplobladas y extensas de su
capital humano y de sus talentos para centralizarlos en universidades que sí
cumplen sus requisitos y que están en grandes núcleos de población. El autor analiza las consecuencias socioeconómicas y de sostenibilidad social que puede acarrear a medio plazo para las regiones afectadas por la nueva regulación.
Francisco Centeno Velázquez Profesor del Departamento de
Bioquímica y Biología Molecular de la Uex. Diario "Hoy", a viernes día 15 de junio de 2012.
Mucha importancia se le está
dando al aumento de las tasas de primera matrícula, y a la mayor exigencia
académica para conseguir una beca para los estudios universitarios. Y la
tienen. La importancia radica, fundamentalmente, en que estos cambios dejan a
una parte de la población estudiantil sin muchas posibilidades que, hasta hace
unos meses, podrían haber tenido para acceder a los estudios universitarios; y,
a largo plazo, a mejorar su calidad de vida. Sin duda, las consecuencias de
estas dos medidas dejan más indefensos aún a los estratos sociales menos
privilegiados y terminarán por aumentar las diferencias sociales.
Pero esto es sólo la punta del
iceberg, de los cambios que el ministro José Ignacio Wert quiere introducir en
el sistema universitario español. Para entender bien algunas de las
consecuencias de estos cambios es necesario retrotraerse a la época de los
inicios de nuestra democracia. En este periodo se fraguaron los cimientos del
sistema universitario actual, donde hubo una premisa fundamental, la descentralización
de la universidad, es decir, las universidades se acercaron a los ciudadanos,
de manera que se pasó de un sistema con 29 universidades públicas a más de 70
que tenemos en la actualidad y distribuidas por todo el territorio nacional. En
los periódicos de la época, cuando se creaba una universidad nueva en una
comunidad autónoma que no la tenía, el comentario más frecuente era siempre el
mismo: “¡Y para qué querrán estos una
universidad!; ¡la crean sólo porque la comunidad autónoma vecina ya la tenía!”.
Y no les faltaba algo de razón, los números así lo indicaban y lo siguen
indicando: el primer criterio de los estudiantes en la elección de su centro de
estudios universitarios en la proximidad. Esto es un argumento endeble como
para justificar la creación de una universidad en un territorio dado, eso es
cierto, pero si analizamos las relaciones universidad veremos que unas de las
consecuencias más importantes de la creación de una universidad en un
territorio que carecía de ella es que fija a la población más preparada. Más
del 70% de los estudiantes universitarios que estudian en la universidad de su
territorio se quedan en él ejerciendo su profesión y, casi el 40% de los
estudiantes que salen de su territorio para estudiar en una universidad
distinta no vuelven a ese territorio de origen. Es decir, que las universidades
fijan a la población de egresados. Esto sociológicamente no es nada desdeñable,
ya que el hecho de que la población mejor formada de un territorio pueda
desarrollar su talento en el mismo supone fijar ese talento y el talento es
futuro, es desarrollo, es creación y es innovación. En un reciente estudio
encargado por la Uex a una entidad externa se concluye que la inversión es esta
Universidad es rentable: para cada euro invertido en ella, la Uex devuelve a la
sociedad extremeña 2,1 euros que provienen no sólo de su financiación pública y
no sólo de los recursos que una universidad es capaz de captar más allá del
territorio en el que está ubicada, sino también de lo que los egresados que se
quedan en la región son capaces de generar.
P.I.B. per cápita 2012 de las diferentes CC.AA. analogía con países soberanos.
Uno de los rasgos de las
propuestas de Wert para reformar el sistema universitario español es fijar un
número mínimo de alumnos de nuevo ingreso por titulación para que ésta sea
económicamente rentable. Y ese mínimo número de alumnos no tiene matices ni por
población, ni por dispersión de la misma, ni por nada… Es decir, que aquellas
universidades periféricas, como es el caso de la "Universidad de Extremadura", se
verán abocadas a cerrar bastante su oferta de grados. Además de lo que esto
puede suponer para los trabajadores (docentes y no docentes), de las
universidades afectadas, lo más grave es que su población de estudiantes y el
talento que ella conlleva, deberán marcharse a otros territorios a estudiar
aquello que les interesa, y además tendrán que hacerlo en condiciones menos
favorables que hasta hace poco, con menos becas y más exigencia para acceder a
ellas. En definitiva, la reforma que propone el ministro Wert, implica, desde
un punto de vista sociológico, desproveer a las regiones más despobladas y
extensas de su capital humano y de sus talentos, para centralizarnos en
universidades que sí cumplen sus requisitos, aquellas que están en grandes
núcleos de población. En definitiva, supone olvidarse de aquello que tanto nos
ha costado ir alcanzando, el equilibrio social y entre territorios.
Como yo no dudo de la formación
del Ministro Wert como licenciado en Derecho ni de su título de Máster en
Sociología Política, considero que él es perfectamente conscientes de las
consecuencias de sus propuestas, y que prefiere volver a despoblar a los
territorios de su talento para alcanzar las excelencia universitaria en otros
territorios, con todo lo que esto implica. Yo, desde aquí, muestro mi total
desaprobación de tal política de desequilibrio y lucharé para que esto sea así.
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