“¿Qué pasa, que ahora nos van a enseñar a tomar
café los americanos?... ¡¡Si hombre… y a torear y a ver el fútbol!!!”. No les diría Carlos Salas que no: la gran lección
que hemos aprendido del café, de "Starbucks" es que la idea que tenemos de cualquier producto o
servicio puede ser alterada por un alquimista del marketing y convertida en la
salvación de una industria. Recopilamos en su reconocimiento de divulgación comercial uno de sus mejores artículos publicados por el autor.
En febrero de
1996 visité EE.UU. invitado por el gobierno de ese país. Los periodistas los
llamamos “los viajes de la CIA” pues
lo organizaba la USIA (“United States
International Agency”). Pero como no era un viaje comecocos, sino todo lo contrario. Te citaban en la embajada y te
preguntaban: ¿qué quieres ver?, ¿con quién quieres hablar?, ¿a dónde quieres
ir?. Yo dije que quería entrevistar a Francis
Fukuyama, visitar un barrio pobre, ver una granja, conocer “Boeing”, “Compaq”
y algunas empresas más y que alguien me explicara si existía seguro de
desempleo.
La "USIA", la agencia estatal norteamericana encargada de la
promoción intelectual de su "marca-país" en el resto del mundo.
Y así fue. Estuve
en varias ciudades conociendo empresas, políticos, granjeros y cenando cada
noche con familias de voluntarios. Poco después de ver cómo atornillaban los
aviones “Boing 747” en Seattle y
hasta pasé por una cafetería que tenía un emblema verde. Se llamaba “Starbucks”. Había visto esas tiendas en
todas las ciudades americanas. Me animé a hacer fotos, hablar con las chicas
que atendían y escribí un reportaje. Daba la casualidad que era la tienda más
antigua del grupo. “Esperamos abrir 2000
tiendas antes de que termine el siglo”, me dijo Catherine, una empleada. Querían
conquistar el mundo, incluida España. Sonreí a la pobre. Ellos estaban
descubriendo nuestra forma de tomar café y por ello el reportaje se tituló: “EE. UU. Descubriendo el cafelito”.
Luego lo comenté con mis amigos
en España y nos morimos de la risa. “¿Café
en vaso de cartón?, ¿piso de moqueta?”... “¿sin tragaperras ni televisor?”… “¿que
no dejan fumar?, ¿cuánto dices que cuesta, el triple?”… “¿Café machiatto?,
¿Frappu…qué?. Las carcajadas hacía templar los cristales de cualquier
cafetería española, de esas cafeterías donde te sirven un “sólo”, un “cortado”,
uno “con leche”, o “doble”, “expresso”, “americano”, “bombón”, “irlandés”, “manchado”…
en un sitio con suelo de granito lleno de cabezas de langostinos, colillas
perfumadas de alquitrán, con televisor a todo volumen para ver la “Liga” y el
romántico tintineo de las tragaperras.
Y encima cobrando las ochenta pesestas de entonces de un cafelito. ¿Querían los
yanquis competir con estos “templos del café”?. ¡Por favor!. Cuando
los inocentes de “Starbucks” anunciaron
que desembarcarían en España, retomamos las carcajadas. Esa americanada iba a ser el fiasco del año…
“¿Qué pasa, que nos van a enseñar a tomar
café?”.
Desde
aquella gran predicción, “Starbucks”
no deja de abrir cafeterías en España. En la Gran Vía de Madrid hay tres. La
moqueta, la música ambiente, los brownies,
il machiatti, el vasito de cartón…
Todo eso ha triunfado a pesar de que sus cafés son casi tres veces más caros
que en cualquier bar de España. Y encima, lo más llamativo es que no lo ha
logrado con nuevas tecnologías, sino con algo tan antiguo, campestre y vulgar
como el café. ¿Cómo diablos se hace eso?. Para empezar, “Starbucks” no vende café. Vende una experiencia. Porque la gente
que entra en esas cafeterías no va a tomar café sino a reflexionar sobre el
sentido de la vida, a hacer deberes universitarios, teclear en el portátil
acompañado de su hijo pequeño, leer un libro de filosofía, preguntarse si es
hora de cambiar de trabajo o de continente o reconocer “que los padres siempre tienen razón”. El café es una excusa para
encontrar la verdad interior.
Con “Nespresso” ha sucedido algo
incluso más fuerte. Imaginen la escena. Un listillo de esa compañía suiza se
acerca al departamento de Nuevos Proyectos y dice: «Tengo una gran idea que consiste en vender café comprimido en
cartuchos por un precio más alto, y comercializar la cafetera a un precio entre
140 y 1.000 euros». Seguramente cualquier empresa le habría ahogado en un
mar de café. Pero la idea triunfó hasta tal punto de que se venden cafeteras
como churros, cartuchos como gasolina y se abren tiendas que parecen los “Swarovski” del café. Desde entonces,
hay dos categorías de mortales: los que beben una cosa negra y los que beben “Nespresso” o “Dolce Gusto”. Es como el “iPhone”
del café. La manía se ha convertido en tsunami
y ya hay webs que explican dónde
están las mejores máquinas y cartuchos: mundodelcafe.com
o capsulandia.com. Tanto “Starbucks” como “Nespresso” han dado un giro insólito a un producto que estaba
delante de nuestras narices desde hace cuatro siglos. Este grano, que se
originó en Etiopía o Yemen, llegó a Europa con mercaderes árabes y de allí
saltó a América. Desde entonces, se ha preparado de mil formas, y se pensaba
que lo importante era el café. Ahora resulta que lo importante es la palanca
que mueve el café, y lo que hay alrededor, el ambiente.Por eso, cuando veo a librerías que hablan de crisis, les digo: ¿no han pensado transformarse en los “Starbucks” del libro?. “Fuentetaja” lo ha hecho. Ahora uno va allí a pasar una experiencia vital entre libros, cruasanes y café. Lo mismo que en muchas librerías de la “Fnac”.
Aspecto de la antigua librería "Fuentetaja" y su posterior reconversión en "café-lectura".
El interior está
dividido en tres espacios bien diferenciados pero entrelazados sensitivamente. En
la planta del sótano se han ubicado la sala de exposiciones, el club literario,
la sala multiusos y una zona para presentación de libros. En la planta baja se
ha mantenido la biblioteca, corazón de la intervención, con
suficiente carácter como para hacer que todo el concepto del local
gire en torno a ella. En la planta alta se ha situado el café-bistró Max
Estrella, donde la fusión gastronómica se mezcla con un café literario y un
lugar donde la imaginación puede volar entorno a los cientos de libros que
habitan en el corazón de Fuentetaja.
Está claro que en el “primer mundo” estamos tan sobrados de todo que lo
importante ya no es la cosa, sino lo que rodea a las cosas. Si en los años
setenta alguien nos hubiera dicho que embotellar agua mineral sería un negocio,
nos habríamos muerto de la risa: ¿vender algo que es gratis? Si en los años cuarenta
nos hubieran dicho que un chef español
se haría famoso por hacer tortillas de patatas de espuma y platos al
microscopio, la gente habría preguntado si era un film de ciencia ficción. Hasta
James Cameron, director de “Avatar”, ha dicho que la gente no va el cine a ver
su película sino a «sentir una experiencia». El mercado se convierte religión,
y sus productos en talismanes: un “iPhone”,
una película en 3D, una librería con cruasanes
o una cafetería con moqueta, desatan sensaciones, percepciones, imaginaciones.
Y la gente paga por eso. La gran lección que
hemos aprendido del café es que la idea que tenemos de cualquier producto o
servicio puede ser alterada por un alquimista del marketing y convertida en la
salvación de una industria. Recuerden que en los ochenta se pensaba que los
japoneses barrerían a los relojes suizos. Hasta que llegó “Swatch”.
Tienda
"Nespresso", Tienda "Swarovski" y Tienda
"Starbucks". Al igual que
posteriormente "Fuentetaja", todas engloban
el nuevo concepto estético de "boutique"
para dar salida a sus productos. Las tiendas
"Apple" siguen la misma linea de diseño.
Y de cómo “McCafé©” se transformó en una de
las marcas más populares de EE. UU.
El café expreso europeo se impone en América no ya como moda, sino como producto de consumo consolidado y maduro. Las grandes cadenas de restauración siguieron la estela de “Starbucks”™ de primeros de los noventa. La publicación especializada “Advertising Age”© galardonó a “McCafé©”, de “Mc Donald”™ como una de las mejores marcas de 2010 en Estados Unidos. Las ventas de café representaban para “Mc. Donalds”™ el 2% de los ingresos totales de la cadena tras los años de implantación de producto y presencia de la marca de sde su inicios a 2004, para pasar actualmente a ser el 6% de su facturación global de negocio. Además el producto “café helado” ha impulsado las ventas de la cadena por las tardes. “McDonald's”™ ha tenido el café en su menú desde principios de los ´80; hasta sesenta modalidades diferentes de “blends” han sido ofrecidos y servidos en sus restaurantes. Pero no fue hasta hace poco cuando la cadena desarrolló una estrategia a largo plazo para integrar el café y bebidas relacionadas en un mismo menú o bien en su menú principal. En 2006, la cadena comenzó a vender un “blend Premium” en sus restaurantes. Sería la prueba de fuego. Al año siguiente, introdujo el producto “café helado” y ya definitivamente en mayo de 2009 lanzó la enseña “McCaf锩. En julio, “McDonald's”™ amplió el menú de los “McCaf锩 con batidos congelados y “frappes”. Gracias a la enseña derivada, esta bebida ha pasado a jugar un papel importante en las ventas de “McDonald's”™ y así lo demuestran hoy los porcentajes de la venta de café para la cadena en los EE.UU. La transición de producto hacia el café premium de “McDonald's”™ ilustra la capacidad de las empresas de reinventarse a sí misma replicando el modelo de producto (que no de experiencia de producto) de “Starbuck”™, generando atractivos para los consumidores de todo el espectro, atrayendo un nuevo target, aumento de las ventas en nuevos segmentos durante el día y dañando a la competencia ofreciendo su producto. “McCaf锩 se encuentra actualmente lanzando nuevas variedades (“caramel mocha drink”) y testeando otras como el “frozen strawberry lemonade”, en diferentes mercados para evaluar su nivel de aceptación local y gustativa. Fuente: Gastronomiconet.com/Advertising Age.
El autor invitado, Carlos Salas.
La
sección de firmas invitadas no es un bloque de relleno que nos permita tener
activos a los seguidores y la weblog mientras preparamos otros “post” sino, además de todo eso, para esta bitácora supone un
admirado homenaje y reconocimiento a todos aquellos ensayistas, periodistas, economistas o
sociólogos que en mi caso particular admiro
y que lo hacen realmente bien en el plano de la difusión de su conocimiento.
Por tanto, su carta de naturaleza, la de estas "invitaciones no desautorizas", es
darlos a conocer a nuestros seguidores como una herramienta (y mejor que la
nuestra propia) como una mayor aproximación a la realidad del comercio, bien
sean estudiantes, profesionales o ejecutivos. En este turno de firmas, le ha
tocado participar de este escenario a Carlos
Salas. Salas es actualmente el director de “lainformacion.com”,
una cabecera “on line” de información general, que según datos y cifras
auditadas de Nielsen arrastra un seguimiento de poco más de dos millones de
usuarios únicos al mes, lo
que le lleva a figurar en el 'top ten' de los medios digitales españoles más
leídos. Además, cuenta con más de 100.000 seguidores en Facebook y Twitter. Volviendo
a Carlos, comentar que nació en Caracas en 1956; se trata de periodista de
amplio espectro que ha dirigido
cabeceras de la talla de 'El Economista' y de las dimensiones de 'Metro' así como
anteriormente revistas como el mensual 'Capital'. Empezó su carrera
profesional en 'Actualidad Económica' para posteriormente pasar a ser máximo
responsable de la sección salmón como redactor
jefe de “El Mundo”. Desde su lanzamiento ha mantenido un blog de gran
éxito en el diario 'on line'. Como botón de muestra de todo ello, unas palabras
del propio autor acerca de su autoretrato como divulgador: “El
físico Stephen Hawking dice que todo se puede explicar con palabras y con
dibujos. La economía también. Por eso me he empeñado en explicar la economía
para todo el mundo con descripciones visuales: perfiles que parecen fotos,
reportajes que parecen películas. Llevo más de 25 años en la prensa económica y
creo que cada vez hay más interés en la economía. He pasado por "Actualidad
Económica", "El Mundo", "Capital", "El Economista" y "Metro", y en todos esos medios he
tratado de acercarme al lector de una forma amena, convirtiendo lo
incomprensible en digerible, a veces con humor” (semblanza biográfica delineada por Saúl Fdez. Suárez).
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