Madrid, mayo de 2010. Lev Mishkin Madrid.
Hoy podía ver gracias a WKR el catálogo de juegos de mesa de una firma multinacional como es Toy´r´us con presencia en muchos de los innumerables centros comerciales que pueblan la geografía española. Y son dos cosas las que me llamaron la atención, de una parte un catálogo dominado por Hasbro, que no hace más que vender sus productos de siempre, el “Tabú”, el “Party”, el “Monopoly”… adaptándolos con imágenes de productos de otra series famosas bajo licencia como “The Simpsons”, Pixar o Disney, o “costumizándolos” al gusto de el país, como el “Monopoly” con calles de Barcelona, o ciudades del mundo. La verdad es que es un catalogo muy pobre en cuanto a productos ofertados y calidad de los mismos, en la sección “acción, estrategia y familiar” tan sólo se encuentran diecinueve títulos, seis de los cuales son diferentes versiones del "Monopoly" (y mira que han hecho una sección genérica donde cabe casi cualquier título). Viendo este catálogo queda claro una vez más lo que todos sabemos: el juego de mesa no es un producto de moda, tan sólo se venden aquellos productos que fruto de la tradición son reconocibles por los padres (que al fin y al cabo a ellos son los que van a comprar estos juegos). “Stratego”, “Risk”, “Monopoly”, “Tabú” y “Trivial Pursuit”, juegos que son muy viejos, con más de sesenta años algunos de ellos. Es cierto que el mundo del juguete es un mundo mucho más tradicional que el del videojuego o del libro, estos mucho más condicionados por las novedades. A diferencia del videojuego o del libro el juguete parece ir a una velocidad mucho más pausada, cambian los materiales, los nombres (en función del fenómeno televisivo del momento) pero en general seguimos viendo lo mismo que veíamos hace treinta años, los mismos muñecos, los mismos disfraces "de piratas y vaqueros", los mismos coches y los mismos triciclos. Y si insisto tanto en lo de juguete es por un motivo, las grandes jugueterías ven al juego de mesa como un juguete tradicional con un potencial limitado y como tal lo tratan. Y es una pena, porque son precisamente la televisión y los grandes centros comerciales los que hacen que un producto sea conocido, y ver una estantería de juegos de mesa en un centro comercial supongo que debe despertar dos sensaciones; o bien “Pero, ¿todavía se vende esto?” o “A esto jugaba yo de pequeño”. En ambos casos subyace la idea del juego de mesa como una actividad infantil, una idea que si bien sirve para vender miles de unidades de esos juegos tan mal valorados por los que aún seguimos jugando a pesar de los años, es una idea que lastra al juego de mesa. Este, el juego de mesa, se enfrenta a prejuicios de la sociedad injustificados provocados por esa proyección pública del juego de mesa que se obtiene de la televisión y de los grandes centros comerciales. Con esto no digo que no deba haber juegos de mesa que cumplan las funciones de juguete, solo que al igual que hay libros, películas o videojuegos que funcionan como juguetes, lo mismo ocurre con los juegos de mesa. Y sin que esto menoscabe el prestigio de ninguno de esos sectores en otros ámbitos, como la cultura o el entretenimiento adulto; el juego de mesa debiera ser tratado de la misma manera, cosa que solo es posible con una mayor perspectiva que niegue generalizaciones injustas.
El formato o variante del tablero de los Hermanos Parker, en versión "boutique".
Y un ejemplo de muchas cosas negativas se puede encontrar en ese mismo catálogo de Toys´r´us, con un producto de Hasbro, el “monopoly rosa”, o Edición Boutique. No sólo es el espanto de ver una edición del "Monopoly" saturada de rosa y fucsia, lo peor es el supuesto valor simbólico que se le atribuye al juego. Y es que la Boutique Edition del popular juego se diferencia del de toda la vida en detalles como la caja para las tarjetas (que es un joyero); que las casas y hoteles han sido sustituidos por boutiques y centros comerciales; y que las fichas para jugar ahora son cosas como una sandalia o un secador de pelo (nopuedocreer.com). Como poco es un juego sexista, sigo pensando que el rosa es un color cultural impuesto a las niñas, y que alienta al consumo de las más jóvenes. Pero me queda la duda, ¿qué padres van a hacer este regalo?, ¿qué niñas van a reaccionar con el “me lo pido, me lo pido”? Creo que nadie, es demasiado chillón en todos los sentidos, y “canta” que es un primor. Supongo que esta edición es para esos regalos de compromiso de esa gente que no tiene ni tiempo ni ganas de comprar un regalo a una niña a la que apenas trata. Unos de esos regalos que se abre y se olvida para siempre. De cualquier manera es una pena que nos habituemos a dedicar nuestro ocio y dinero en los grandes centros comerciales, allí solo tienen cabida las principales expresiones del llamado “mainstream” y ya vemos con el caso de los juegos de mesa lo limitadas y pobres que pueden llegar a ser. El marketing hace milagros y se adapta de maravilla a la mentalidad del ser humano y consigue reforzar productos mediocres y pasados de moda a la par que entierra en el desconocimiento y la marginalidad las propuestas más interesantes. Y es una pena que el gran público estemos condicionados por estos factores, y digo esto porque me incluyo, es muy posible que en los juegos de mesa no caiga en la trampa pero son tantos los mundos que desconozco, que me imagino que sin saberlo ni pretenderlo caigo en la misma trampa una y otra vez. Y para finalizar, un enlace, de los juegos de HABA, juegos de mesa, pensados para un público infantil, que solo se pueden encontrar en algunas de las pocas tiendas especializadas de este país (online o físicas) y por lo tanto desconocido para una inmensa mayoría.
Versión "SuperMarioBros" del Monopoly.
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