A “Wal-Mart”, el segundo mayor empleador de mano de obra del mundo, tras el ejército norteamericano y por delante del ejército chino, le falta, según dicen algunos, cultura antropológica y le sobra, según otros, cultura corporativa de “lobbie”. No es nada de extrañar que de este desequilibrio se cierna sobre sus prácticas de implantación comercial la sombra de la corrupción. Sus actividades de expansión en la tercera economía más populosa del mundo, la India, han destapado las conexiones existentes entre inversión extranjera y corrupción local en los países emergentes.
Víctor G. Pulido, para "LinealCero", en PR, a 11 de abril.
El pasado
año, “Wal Mart”, la mayor cadena minorista de distribución del mundo, tenía prevista la
apertura de veintidós grandes superficies más en la India. Sumadas a las pocas
ya existentes del grupo, le habilitaría sin embargo como uno de los más relevantes y
modernos agentes comerciales en su formato de venta en las grandes metrópolis
hindúes. Un gran reto que triplicaría su volumen de masa comercial en tan sólo
cuestión de meses. Sin embargo sólo alcanzó la escueta implantación de cinco. ¿Qué
es lo que había pasado?. Pues que la
compañía ha pretendido actuar a nivel global, pero pensando a nivel local.
A su nivel local propio de su cultura norteamericana, quisiera aclarar. “Wal-Mart Indian” se ha visto duramente
envuelta durante el último año en un amasijo de trámites burocráticos que han dado con sus planes de expansión consolidables en el corto plazo al traste. Parte
del retraso se debe, según análisis de la NRF (“National Retail Federation”, la asociación americana de distribución),
a que en el país hindú los laberinticos procesos burocráticos relacionados con
la implantación de modelo de negocios occidentales –leyes locales, fiscales, de
bienes raíces y comerciales- frenan el crecimiento expansivo y el campo
operativo de muchas multinacionales foráneas. De lo que se deduce que acaso es un problema de su carácter cultural.
Estados Unidos es el país más permisivo con la políticas de promoción de los intereses sectoriales y su
defensa ante las cámaras y el Congreso. Pero también el más inquisidor con las prácticas de soborno.
Pero las “barreras a la entrada” de la producción que se esconden tras estas dificultades de asentamiento comercial fuera del territorio norteamericano han tenido que ver más con las tentativas de la corrupción institucional a ambos lados septentrionales del mundo que con la legislación o cultura autóctona propiamente arquetípica. No se ha tardado en sospechar que los directivos de la compañía americana en Asia pretendieron “inyectar un acelerante” mediante el supuesto pago de dádivas a oficiales de la administración india para así poder “lubricar sus operaciones de implantación”, en una nación donde las cosas se toman con mucha calma y se requieren cientos de licencias. Las posibles infracciones en las que estaría incurriendo “Wal-Mart” en connivencia con algunos funcionarios o políticos extranjeros locales para acelerar sus planes transnacionales de expansión están siendo investigadas por el Estado de Arkansas, lugar que vio nacer, en la localidad de Rogers, al gigante corporativo y donde se encuentra su domicilio fiscal. Así las autoridades judiciales de Bentonville y los directivos del departamento jurídico de la compañía han perdido la paciencia y aseguran que existen claros indicios de prácticas corruptas a las que la multinacional de su jurisdicción persistentemente se ve forzada en pos de sus objetivos y resultados a medio plazo operativo fuera de las fronteras de los EE.UU. Sobre todo en lo referente a La India, lo que vulneraría de facto la FCPA (“Ley Federal sobre Prácticas Corruptas en el Extranjero” de la American Law Act).
Pero para “Wal-Mart” esto no es nuevo. W-Mart México ya estuvo envuelta en el “Escándalo Teotihuacán” destapado por “The New York Times” cuando el director general del “Instituto Nacional de Antropología e Historia de Méjico”, el profesor Sergio Raúl Arroyo García recibió misteriosamente en 2003 una cuantía que rondaba los 200.000$; doscientos de los grandes a cambio de permitir establecer una de las grandes tiendas de la enseña en las proximidades del entorno protegido de las pirámides de Teotihuacán. Una investigación posterior del Congreso de los Estados Unidos certificó las conexiones entre “Wal-Mart MX” y la financiación de operaciones tanto electorales como privadas de miembros y altos cargos políticos e institucionales tanto del PRI como del PRD. En definitiva, “Wal-Mart” demostró comportarse en Méjico como si estuvieran en territorio norteamericano donde se permite a las grandes multinacionales y lobbies financiar las campañas de los candidatos; con la ventaja de practicar lo que en su país se consumaría como un importante delito: la mordida oficial a cambio de favores corporativos. Por tanto se valió de los mejores instrumentos culturales de cada estado combinándolos en un solo ejercicio para su mejor beneficio.
El Dr. Raúl Arroyo fue imputado por corrupción y falta de lealtad profesional en su país.
Su asociación con"Wal-Mart MX" lo desacreditó como antropólogo del Estado.
La multinacional minorista no ha sido aún formalmente imputada por la justicia de su propia federación estatal a día de hoy a tenor de sus prácticas irregulares; pero a efectos de denuncia ha quedado una vez más expuesta ante los críticos ojos de los grupos sociales de presión que vienen rechazando desde hace tiempo su modelo de negocio y su cultura corporativa; sobre todo sindicatos, organizaciones feministas y grupos homosexuales. El caso de “Wal-Mart” en India está dotando de resonancia las críticas y mensajes sociales de estos grupos de colectivos norteamericanos dentro del parlamento indio, donde la oposición más conservadora las trasciende con el propósito de agitar a las masas y azotar al gobierno a contener “las influencias culturales de los imperialistas”. Para colmo han salido a la luz registros contables que vinculan a “Wal-Mart Indian” con otro ingrediente más de todo este desaguisado: la compra de suelo público en emplazamientos estratégicos y accesos a mercados locales de alta importancia comercial por valor de veinticinco millones de dólares. Un precio irrisorio para la corporación retailer en la India si contemplamos el largo plazo de amortizaciones propio de las compañías de las cadenas de grandes superficies y la densidad demográfica de su mercado. Lo que demuestra, según el líder indio del ala derecha del parlamento y del BJP, Bharatiya Janata, que la red de intereses de los beneficiados por esta operación de alcance es estrecha en un país donde la toma de decisiones políticas está muy centralizada. Ciertamente Janata dirige la mirada acusadora a miembros del partido en el gobierno dejando caer que están implicados en la trama. A pesar de ello el rastro de las transferencias contables de la operación se pierden en los EE.UU. y no se puede indagar ninguno de los indicios bajo soberanía de la justicia hindú.
Seguimiento del "Wal Mart Affaire" por parte de la CNN India. El eslogan de
la cadena de Turner en el país hindú es "Whatever it takes"- "Cueste lo que cueste",
lo que ha agudizado el sentido socarrón de muchos indios frente a la cuestión de fondo.
Por si no hubiera suficientes vueltas de tuercas, el caso de “Wal-Mart” en India está propiciando mayores epifenómenos y dimensiones con la inclusión de personajes, instituciones y escenarios añadidos de muy distinta índole que pueden afectar al debate de su futuro económico inminente como nación. El affaire está dando alas a los que se oponen, tanto en lo social y en lo político, a las fuertes reformas que en materia de libre mercado necesita la India para su take-out. Esta tendencia de oposición se afianza en los escaños y en la calle y en la opinión de ciudadanos indios cada vez más conscientes de su cultura democrática a medida que el país adquiere empuje económico. El primer ministro alerta a la ciudadanía advirtiendo que un presunto caso de corrupción aislado y sin sentencia firme no puede detener todo el entramado de progreso nacional, aludiendo a las necesarias reformas. El jefe de gobierno insta al sentido común, insistiendo en las medidas legislativas necesarias y apremiantes que permitan la inversión extranjera y el acceso del capital externo en sectores tan vitales para la nación como la distribución comercial de objetos de consumo, las entidades financieras y las constructoras de obras públicas, la telecomunicación y los transportes. Hay muchos intereses en juego y el caso de la firma estadounidense y sus irregularidades está tomando visos casi diplomáticos. El ministro de asuntos parlamentarios indio, Kamal Nath, le exige a Washington que las multinacionales norteamericanas dejen de poner en la picota la integridad administrativa de su país y se sometan a la “Doctrina Benedict” como ya hicieran con Japón y el sudeste asiático décadas atrás.
Ruth Benedict, una de las
mayores antropólogas estadounidenses de nuestra historia contemporánea fue instada
por su gobierno a elaborar un análisis antropológico sobre el carácter
etnográfico de la cultura japonesa meses antes de su ocupación por la armada
norteamericana durante la Segunda Guerra Mundial al objeto de conocer la
debilidades y fortalezas psicosociales de sus enemigos. Posteriormente, se pudo
constatar que el “Informe Benedict” sirvió para algo más que ayudar a su país a
superar el enfrentamiento bélico con Japón. Sirvió para tenerlo como amigo,
aliado y socio tecnológico y financiero. “El Crisantemo y la Espada”, la síntesis académica de la “Doctrina Benedict”, vino a convertirse desde entonces como modelo
y referente de cabecera en lo todo que concernía a la cultura de las relaciones
comerciales desde la segunda mitad del siglo pasado. Sus principios sinérgicos, simples:
respeta la cultura donde te instalas, no impongas tus valores nativos o tus
leyes, adáptate a sus tradiciones y ritmos sociales y de desarrollo, diseña la
estrategia y espera y gana. La necesidad de estudiar el modelo económico,
cultural y de mercado de cada región como requisito previo al acceso de sus
consumidores es perentorio para todo equilibrio sistémico e imagen de marca. Está claro que, visto lo visto, “Wal-Mart” en India no ha respetado
ninguna de estas premisas, no ha mostrado la más mínima predisposición o interés en asumir estos principios y no ha encargado a nadie un manual que pudiera tener por nombre algo
así como “El khanda y la flor de loto”.
Muy al
contrario, ha perjudicado los intereses de su propia corporación matriz, los
del formato de venta grand retail (el sector al que pertenece y al que aflige competencia desleal) y los de su propia nación
estadounidense. En esta constante ha puesto además en serio compromiso los intereses de otras empresas norteamericanas
interesadas en la zona, ralentizando su inminente entrada estratégica. Por ende ha dado
lugar con su negligencia a nivel microsocial, a movimientos locales emergentes
de resistencia cultural y de oposición ideológica; al nivel macroeconómico, al
mercado financiero de inversiones extranjeras; y, ya por último, ha radicalizado
el clima financiero de la Bolsa de Bombay durante al menos una semana. Sin más,
la animadversión se ha propagado a todo producto americano en una nación que
engendró Bollywood por oposición
cultural a Hollywood. Y por si aún no fuera suficiente casi avoca a todo un
gobierno a tensiones legislativas y diplomáticas en la India al invitar la
oposición a toda la cámara legislativa a participar de un movimiento de boicot
a intereses norteamericanos o a adoptar tendencias
antiyankies. “Wal-Mart” es el
paradigmático caso de una empresa que no entiende absolutamente nada de
sostenibilidad sistémica cultural ni de política internacional y que, a imagen
y semejanza de una especie invasiva alóctona, por su poder y tamaño, provoca el
“efecto mariposa” peor servido. Sólo los costes financieros derivados de la “crisis
de los hipermercados” en la India hubiera dado para abrir cien de ellos en un
país de más de mil millones de habitantes sin dañar su mercado de distribución local y de un modo
dialogado con la administración.
En el lado positivo de la balanza, al menos sabemos que en la India hay corrupción local. Como en casi todos los países en los que "Wal-Mart Stores Inc." se instala más allá de sus aguas jurisdiccionales. Existe una multicorrelación estadística entre los países donde la multinacional de Arkansas asienta sus raíces, el nivel emergente de desarrollo de los países seleccionados para su expansión y los ratios de corrupción institucional en dicho nichos locales. De no ser así, allá donde sufre fuertes procesos de oposición social o política, "Wal-Mart" pacta su salida. Incluso a costa de su propia cuenta de resultados. Así ocurrió en Alemania.
En el lado positivo de la balanza, al menos sabemos que en la India hay corrupción local. Como en casi todos los países en los que "Wal-Mart Stores Inc." se instala más allá de sus aguas jurisdiccionales. Existe una multicorrelación estadística entre los países donde la multinacional de Arkansas asienta sus raíces, el nivel emergente de desarrollo de los países seleccionados para su expansión y los ratios de corrupción institucional en dicho nichos locales. De no ser así, allá donde sufre fuertes procesos de oposición social o política, "Wal-Mart" pacta su salida. Incluso a costa de su propia cuenta de resultados. Así ocurrió en Alemania.
Implantación de la enseña por países (Wal-M). Su prensencia en Alemania es residual
y no refleja la relativa a Guatemala, El Salvador, Honduras, Rep. Dominicana,
Nicaragua y Costa Rica. Prevista su entrada en la Federación Rusa.
Países con mayores tasas de crecimiento económico en
la última década. Emergentes take-out. Falta Rep. Rusa.
Algunos podrían alegar que, viendo estas
coincidencias e infomundis, desde cierta lógica sociológica, efectivamente, las
correlaciones pudieran ser interpretadas como tendenciosas al asignar a las
multinacionales el rol de la complicidad perversa. Al fin y al cabo todas las
grandes corporaciones alientan enemigos institucionales (que no es el caso
aquí), que además no dejan pasar la más mínima oportunidad de enlazar la siniestra causalidad.
Podrían alegarse además que los
países pobres lo son en parte porque sufren mayores grados de corrupción.
También que al ser pobres son los que cuentan con mayores posibilidades de
crecimiento económico allá donde se implantan fuertes desarrollos de modelos de
negocios consolidados. Que por tanto esta dinámica propicia de modo legítimo un
"efecto llamada" para las grandes empresas en busca de nuevos nichos
y ciclos de mercado. Y que, al fin y al cabo, este círculo silogístico de la
maliciosidad se cierne sobre ellas y sobre las sospechas que le serían propias de sus
estrategias de mercado. Parece describir el caso de "Wal-Mart" y de otras cuando
se aventuran en economías movedizas.
Esto podría servirles de coartada en corto,
cierto; pero la circularidad causal no es maliciosa. Y no lo es cuando hay
tantos intereses en juego sobre el escenario internacional de mercado tan
competitivo y ajustado donde saltarte las normas del tablero de juego puede
significar la frontera entre el éxito y el fracaso. La propia "Wal-Mart Indian" proporciona ella misma los datos
cuantitativos que alimentan la hipótesis más que la coartada. Los ratios de su producción en el
pasado ejercicio fiscal nos hacen comprender este ímpetu para muchas
multinacionales del sector de la distribución, así como de otros sectores, por
implantarse a toda costa en los países emergentes. India es el futuro gran
nicho mercado para la distribución mundial dado su incipiente y caudalosa clase
media en atención a la próxima década. Y el total de las ventas operativas de
"Wal-Mart" demuestra esta tendencia e interés por hacerse con el
nicho de mercado al precio que sea: en el pasado ejercicio fiscal, subió tan sólo un 5% ($466 billones) en su
mercado natural mientras que el conjunto de su división internacional aumentó
el 7,4% ($135 billones). Por lo tanto, la cosa promete en relación a las expectativas
de lucro que despiertan el resto de economías que saltan al desarrollo y su
sociedad de consumo. Por otra parte, los dirigentes políticos y administrativos
de estas sociedades vertebradas en torno a una joven organización política
estatal sufren de la emergencia de llevar políticas reformistas sin denuedo ni
cortapisas. Esto confirma la preocupación de las élites por no perder la
oportunidad de “dejarlo todo atado” antes del vencimiento de la legislatura en
favor de sus oligarquías y de las comprensibles reticencias de los partidos de
la oposición. La batalla por el comercio se traslada a las cámaras legislativas
locales.
Los países que han visto ligeramente incrementados
sus niveles de corrupción institucional, por norma general, son aquellos que
más inversiones de capital exterior están recibiendo en los últimos años; y
donde más aceleradas reformas en materia de legislación comercial y de apertura
financiera están llevando a cabo en un menor tiempo legislativo. Por lo tanto
se muestra una interrelación de variables entre economías emergentes, nivel de
corrupción local e inyección de inversiones foráneas. Por otra parte, existe
una conexión entre países con una acentuada cultura del “lobby financiero” (EE.UU.
y República Rusa) y países emergentes. Otorgan cierta “tolerancia cultural” a
la justificación de dádivas. Dicho de otro modo los países con mayor tendencia
a influir sobre la toma de decisiones políticas de sus propios mercados de
origen son los que toleran más la naturaleza de la corrupción local de los
países foráneos donde se asientan. Por otra parte, queda el consuelo de conocer
datos en relación a estudios llevados a cabo por la sociometría y la
antropometría que nos aseguran que los países donde los inversores se esfuerzan
en conectar con la cultura local más que con sus jerarquías administrativas obtienen
mejores resultados a medio y largo plazo, tanto financieros como de percepción a
asimilación de marca y producto.
La necesidad de establecer y estudiar este conglomerado de hipótesis responde no al hecho de la crítica del capital en sí, sino a la importancia de reformar los lazos sociales y económicos del mundo globalizado en favor de una diversidad cultural y de una económica capitalista sostenible. Contra la contralógica de los enemigos del mercado y del capital, que aseguran que "otro mundo es posible" debe darse esa misma respuesta: otro mundo es posible; y por tanto otra economía global, capital y de mercado es posible. Achacar todos los males de la naturaleza humana al hecho capital es un acto discursivo, no tanto ecosistémico. En la medida en que se luche contra la corrupción del mercado, mayores beneficios sociales y culturales a largo plazo obtendremos de esta predisposición para un mayor conjunto de sociedades. No es el mercado el que corrompe al hombre en tanto en cuanto la humanidad ha intentado vulnerar sus instituciones.
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