martes, 22 de mayo de 2012

Congreso Nacional del Retail.


La Cámara de Comercio de Barcelona abre de nuevo sus puertas para acoger una vez más el importante Congreso Nacional del Retial. El ascendente retail on-line que se impone así como el márketing sensorial serán las importante apuestas que apuntalarán las nuevas tendencias.

Saúl Fernández Suárez para "LinealCero", desde Barcelona.







El próximo 31 de mayo y 1 de junio, en la Casa Llotja de Mar de Barcelona tendrá lugar el tan esperado “II Congreso Nacional de Retail”  (www.congresoretail.com), organizado por Amicca en colaboración con apoyo de la “Cambra de Comerç de Barcelona”.  Se trata de una importante oportunidad de pasar dos días entre profesionales del sector que nos contarán de primera mano los retos, desafíos, novedades y tendencias del retail más actuales y donde se llevará a cabo un completo programa impartido por prestigiosos ponentes del sector. Para esta ocasión la organización ha incluido novedades de carácter "sensorial", que enriquecerán la experiencia, como es la ambientación musical del Congreso, a través de un concepto innovador de Music Marketing para Retail proporcionado por “Sensory Sound”. A su vez, el espacio de ponentes estará decorado con la nueva colección de mobiliario ecológico de Antonio Miró, quien realizará su presentación en exclusiva.




Además de estas novedades sensoriales, en el apartado del Retail Intelligence la empresa "T-Cuento" presentará en exclusiva su nuevo servicio: el “TC-Street”, una página web para consultar los flujos peatonales de las calles comerciales más importantes de las principales ciudades españolas. Por su parte, “Qurius Prodware” y “Microsoft” darán a conocer la solución “Microsoft Dynamics AX 2012 for Retail”, que permite a las empresas minoristas ser mucho más dinámicas y ofrecer experiencias de compra completas al consumidor, mientras que "Avery Dennison" presentará su tecnología RFID, que puede ofrecer beneficios desde las instalaciones de fabricación hasta el punto de venta. Estos ejemplos de tecnología para retail podrán ser observados en los distintos puntos de demostración “Business Point” habilitados a tal efecto. La Asociación Amicca presentará, además, su último proyecto: AMICCA-PP, una aplicación para smartphones que permitirá tener conectado a todo el fondo de comercio de las marcas de la Asociación, entre otras aplicaciones. Con todas estas interesantes novedades esta segunda edición se organiza con la intención de renovar el éxito obtenido en la primera convocatoria, que congregó a más de trescientos cincuenta altos ejecutivos, nacionales y extranjeros, del mundo del retail. En este sentido, y en palabras de Alfredo Martín, Presidente de Amicca, "el evento es una cita ineludible que ofrece la posibilidad no solo de conocer las últimas tendencias en el sector del retail, sino también de formalizar contactos y negocios con distribuidores, retailers y potenciales inversores, lo cual hace que el Congreso sea especialmente atractivo".




 Por supuesto, que se ha diseñado un completo e intenso programa de ponencias. Andy Stalman, un gran comunicador y experto en branding, abrirá el congreso con una interesante intervención sobre marcas retail en el mundo digital, la gran novedad del retail, su soporte. Seguirán charlas seguramente aún más interesantes sobre la multicanalidad y la innovación tecnológica en el sector. Tras el almuerzo de la primera jornada se propiciará una excelente ocasión para hacer networking, esto es, se habilitará el entorno donde hablar sobre franquicias, locales comerciales y RSE. En este sentido,  el programa contempla interesantes ponencias, impartidas por reputados expertos del sector como la muy interesantes del jueves 31 de mayo −en jornada de mañana y tarde−  donde se tratarán, entre otras “Las marcas en retail en un mundo digital”; “El futuro de las tecnologías en retail”; “Del fabricante a retailer ¿franquicias?,¿tiendas propias?”, o “¿Dónde ubicar las tiendas?”. A su vez, en la jornada matinal del viernes 1 de junio, los asistentes al Congreso podrán escuchar ponencias sobre: “Tendencias y lifestyle actuales ¿hacia dónde vamos?” de la mano del coolhunter español Daniel Córdoba Mediola; “El merchandising actual ¿cómo atraer al consumidor?”. Y para finalizar varias mesas de debate entre profesionales que nos podrán al día en Visual, RRHH e Internacionalización y experiencias internacionales. Al término de estas ponencias habrá un coloquio en el que se extraerán las principales conclusiones, y se pondrá punto final al evento.





Como asegura el Presidente de Amicca, "el retail es una actividad global, por lo que escuchar de primera mano a especialistas del sector para conocer lo que está pasando realmente es una gran oportunidad de observar y comprender estrategias innovadoras que se están aplicando con éxito. Nuestro objetivo final es que el Congreso tenga una utilidad práctica para los asistentes". Además de este programa de conferencias y mesas de debate −publicado íntegramente en la web del Congreso, y todas ellas basadas en experiencias reales desde un punto de vista práctico−, la organización no ha querido dejar de lado el fomento de relaciones entre los asistentes al evento, organizando una exclusiva cena-networking en el Hotel OMM de Barcelona, a la que pueden suscribirse los congresistas. Parece ser que la organización es objetiva y no se deja ningún tema sin tratar asegurando la calidad de cada intervención como una fuente de ideas, reflexiones y acciones que poner en marcha. La inscripción tiene el precio reducido, pero aún así cuesta 180 euros para la empresa. Imagino que a nivel particular puede parecer caro. Sin embargo, tengo que decirlo, realmente vale la pena.




El coste intangible.


Víctor G. Pulido. En SeePark Resort, Kirchheim, a martes  día 3 de marzo de 2012.





Aún en pleno siglo XXI existen personas que a pesar de su buena formación académica acompañada de una mentalidad claramente moderna, su juventud y su conocimiento de idiomas, deciden abandonar una oportunidad de progreso y regresar a un hábitat que le es tan propio y tan crítico como la difícil coyuntura económica española. Pero, ¿por qué ocurre esto, qué explicación o misterio encierra para los trabajadores suecos o especialmente españoles en “Amazon.de” este comportamiento?, ¿por qué pasó lo mismo durante el decimonónico periodo de industrialización en Alemania e Inglaterra?, ¿o por qué la gente abandona hoy, sin ir más lejos, ciudades como Moscú o Luanda o Johannesburgo, únicas vías de aprendizaje y acceso al mercado laboral en estos inestables países y regresan al medio agrario del que partieron?; ¿qué empuja a la gente en los países desarrollados a dejar las ciudades y sus trabajos, retirarse a la tierra que vio nacer a sus abuelos, a su parcela de labranza?; ¿están comportándose como locos consigo mismos, mostrándose irresponsables con sus familias?; ¿o temerarios con su patrimonio humano al dejar tras de sí los mejores hospitales, colegios y empresas?. Desde el punto de vista clásico racional, ya lo vimos con Harford, la respuesta es la que se han respondido ustedes mismos mentalmente. Y sin embargo, se sigue reproduciendo la pauta de retorno: siguen existiendo locos, irresponsables y temerarios. Por lo tanto debe haber algo de respuesta instintiva en que el hecho de que algunos decidan regresar de nuevo a casa, en regresar a las pautas de origen. Tan sólo debemos ser capaces de lograr darle una respuesta científica.




El economista Woolcock es una conferencia sobre desarrollo. 

            En 1997, el economista social Woolcock admitió, como Harford, Glaeser o Gross alcanzaran a entenderlo posteriormente que desde hacía décadas las ciudades y los regiones tecnológicamente más avanzadas suponían maravillosos soportes para la interrelación de redes sociales, entiéndase humanas o institucionales, pero siempre físicas, conectadas entre sí e intercambiando conocimientos, recursos e información recíproca o diferida constantemente. A este término tomado de Hanyfan, Woolcock lo llamó capital social. Un entorno o ecología humana dotada con una alta capacidad de comunicación recíproca para intercambiar información, bienes y servicios entre sí, de modo organizado, sostenido y permanente en el tiempo en base a la interacción de sus instituciones constituía una comunidad rica en capital social. Y las ciudades son su paradigma moderno. La alta densidad poblacional de las grandes urbes y su complejidad institucional ya hacía por entonces de ellas y de sus agentes y ya desde hacía tiempo un megaordenador intelectual que daba origen, canalizaba y confrontaba un flujo de información y materia de modo intensa e interactiva entre los profesionales y las organizaciones. Dicho de otro modo: ¿viviendo en Silicon Valley, Manhattan o Hong Kong quién necesitaba por entonces “Linked In” o “Android” si almorzaban todos en la misma calle o en la misma planta?. La innovación tecnológica y el desarrollo de comunicación on-line fueron más allá del comedor de empresa y no sólo consolidó a las ciudades como cofres del conocimiento, sino que “haciendo el resto” retroalimentó su proceso y peso de capitalización social. Las ideas ya no tendrían que esperarse a coincidir unas con otras en un determinado espacio o nodo de tiempo; ya no llegarían algunas a destiempo de emparejarse con otras ya olvidadas o superadas; o, peor, a tropezarse unas con otras en pos de un recurso consumiendo otros recursos. Ahora caminarían libres y ordenadas, se cortejarían al paso, se alimentarían por fin unas de otras y en la libre asociación de cada una de ellas con sus semejantes, nacerían del contagio los proyectos y las implementaciones en una capacidad combinatoria y en progresión geométrica cada vez mayor, disfrutando de la plasticidad para amoldarse entre ellas. Las ideas habían encontrado por fin su hábitat de organización y diálogo tras milenios de evolución: la ciudad y el ciberespacio. Luego no cabía la menor duda: todos coinciden en que la ciudad era la mejor opción para cualquiera que tuviera dos dedos de frente y no quisiera acabar tirado o postergado.



            
            Pero más allá de ello, lo que Woolcock concibió no fue tanto el soporte o contenedor como el concepto. Se desmarca ligeramente de ellos y a diferencia de Harford, en Woolcock las ciudades no tendrían el predominio absoluto del capital social. Sólo tendría dentro del concepto un tipo definido de capital social, el suyo, el de cada ciudad, quizá éste más dinámico; el de cada región, quizás entonces éste más innovador; el de cada comarca o pueblo, quizá en su caso el que interesa o se adecua mejor a un conjunto mayoritario de individuos; pero nunca el capital social se decantaría por ser patrimonio urbano o del desarrollo. Defendió que todo espacio definido por una comunidad o conjunto de ellas (y que comparten emplazamiento) las cuales tienen por objeto el intercambio sostenido de recursos y técnicas entre sí como relaciones de información y solidaridad, son poseedoras de ese capital, de ese conocimiento y riqueza en un marco de sostenibilidad. Luego toda comunidad independientemente de su tamaño o recursos es susceptible de su propio nodo de desarrollo en función de sus estrategias institucionales de relación. La emigración o la huída local, por tanto, no es más que en la mayoría de las ocasiones una respuesta sistémica que cristaliza la capacidad de un grupo de entenderse en mayor o menor medida con el propio entorno, sus recursos y sus gentes. Es un modo de evaluar su capital social. Una falta de diálogo entre el conjunto de los recursos y las instituciones puede invitar a la emigración de algunos, pero no hasta el punto del “no retorno”; también del mismo modo puede sugerir el abandono de la inmigración de los mismos y su regreso si el capital social comparado con la región de acogida en perspectiva no es suficiente capital social. Sólo la inmigración voluntaria o caprichosa podría responder a una necesidad de ambición pero no de sostenimiento. Si se dan en la comunidad emisora de emigrantes las condiciones de retornabilidad, si su ecosistema de actividad primigenio aún puede sostenerlos en función del tipo de demanda a la que el individuo la somete, existe una alta probabilidad de regreso. Dependiendo de un determinado nivel de desarrollo, su capital social permitirá que la gente regrese y el coste social (entendido este como el léxico común que incluye costes como el humano, el de oportunidades, de conocimientos, emocional, mecánico,…)  quede reducido o se mitigue.
            

¿Pero es así de sencillo como coger la maleta y marcharse a casa?; ¿pero es demasiado fácil como decir que otros modos de valor añadido es posible?; ¿no encierra ello algo de irracionalidad?. Parece ser que la respuesta parece encontrarse en Francisco Javier Monago, responsable-jefe del grupo de investigación DELSOS de Desarrollo Local y Sostenible de la Universidad de Extremadura. Su exposición es concisa: la gente confía en que existen otras oportunidades dentro de su entorno local cuando sopesan regresar y restablecerse de nuevo en casa. Pero dependerá, claro, de las condiciones de su hábitat. El éxito está en la confianza, en la capacidad de imbricarse de nuevo en el tejido social. En este sentido, los profesores del departamento de Sociología de la Universidad de Extremadura José Antonio Pérez-Rubio y el propio Monago llevaron a cabo recientemente una profunda investigación sobre cómo una serie de pequeños municipios comarcales cimentaban las bases de su crecimiento sostenible sobre el tejido entrelazado de sus redes sociales y afectivas. Los resultados fueron sorprendentes: aquellas localidades con tendencia a relacionarse entre sí sobre la base de una mayor interacción relacionada con redes de afectividad y sociabilidad vecinal mostraban un mayor y equilibrado progreso y potencial de desarrollo que aquellas otras que no se sentían tan predispuesta a ello. Luego el valor emocional y el capital social es un activo, en muchas ocasiones bien invisible o dormido, y representan una fuente de innovación y desarrollo no exclusiva de los grandes núcleos poblacionales que actualmente la absorben. De tal modo que si estamos de acuerdo en que las ciudades se valen de su aglutinado capital financiero y oferta cultural para atraer al capital social, los medianos y pequeños municipios deberían aprender a atraer mediante su capital social las inversiones necesarias para su desarrollo sostenible y calidad de vida. El fallo es que no se ha investigado esto o no se potencia, se esta tan centrado en la idea del progreso económico asociado a la innovación que destruimos pequeños ecosistemas productivos y sostenibles que se olvida que el progreso social es el mayor capital de crecimiento futuro.
           


            Parecer ser que la teoría del capital social nos sugiere que existe un universo de decisiones racionales que no se contemplan como tales y sin embargo se asientan como reflexiones meditadas de coste/beneficios para sus individuos. De tal modo que, al no tener en cuenta el coste emocional y de capital social comparado como punto de partida para la adopción de una decisión racional, algo distintivo de la cultura occidental, no se percibe que existan personas que encuentran su punto de conocimiento en su acervo de origen. Dicho de otro modo: se es feliz y se aprende y se desarrolla conocimiento allí de donde se procede. Si existe un valor añadido sublatente en lo que tiene de coste múltiple y racional de oportunidad el hecho de permanecer en las ciudades, como lo son el aprendizaje en innovación o la posibilidad de disfrutar de más opciones de ocio, por decir entre las multiplicidad de beneficios visibles e invisibles que conlleva, se debe contemplar para la consolidación de esta hipótesis lo inverso. Es decir la hipótesis debe ser capaz de revertirse, ha de concebirse bajo una capacidad de reflexividad: tiene que existir una ventaja racional competitiva en el caso de regresar de nuevo a casa, en el caso para otros de emigrar a zonas menos dinámicas a otros hábitats. Eso explica que el mundo, aunque se vea empujado a ello, no sufra de unas altas tasas de inframunicipalismo, que la inmigración hacia las ciudades y las regiones no sea masiva. En España por ejemplo no ha existido un alto grado de confrontación social y étnica cuando se ha pedido a la comunidad andina y eslava que retornaran a sus países de origen dada la crisis que soportamos.
FOTO BAD HERSFELD
            Volviendo a “Amazon.de”, un ejemplo de ello es Bad Hersfeld, una pequeña localidad de apenas ciento treinta mil habitantes que se ha valido de sus recursos de capital social para atraer a su municipio la sede principal “Amazon Logistik”, su residencia en Alemania. Aquí residen sus directivos y técnicos y desde aquí se controla la producción para una población potencial de ciento setenta millones de consumidores finales de seis países diferentes. No me cabe la menor duda que todos ellos han hecho todo lo posible para que algunos de sus brillantes trabajadores españoles se sientan atraídos por la idea de permanecer más tiempo trabajando para ella y para su residencia en la pequeña ciudad. Para ello, para conservar un buen conjunto de buenos empleados y ciudadanos se ha volcado en actividades tales como ayudarles a encontrar viviendas, impartir clases de alemán, mejorar el servicio de restauración, organizar actos culturales, transferir días de vacaciones a crédito para solventar  asuntos en España o incluso costear un cotillón de fin de año. Pero a lo que vamos, a pesar de las gran aportación de capital social que ha generado la localidad, para algunos incluso no les ha podido compensar el daño emocional y social comparado. Por lo tanto, esta decisión de mis retornados compañeros tampoco debería llevar implícito una rémora para sus vidas, sino que reconoce implícitamente una riqueza que es igual de aparentemente imperceptible que la innovación o el conocimiento propio de las ciudades: el valor social y afectivo de sus lugares de origen.